La fabricación de carbón de brezo en Moncalvillo.

Pedro García Ruiz – Luís Argaiz Velasco.



I
NTRODUCCIÓN.

Cuando en el año 2001 iniciamos la prospección arqueológica en Moncalvillo con el fin de localizar las neveras que mandó construir el Concejo de la ciudad de Logroño en el siglo XVI, descubrimos diseminados por las cumbres y laderas de este macizo montañoso abundantes hoyos semiesféricos, de entre uno y dos metros de diámetro y de unos 0,50 metros de profundidad, sobre los que no existía noticia alguna publicada en La Rioja.

El trabajo de campo lo realizamos bajo la dirección de Pilar Pascual Mayoral quien nos confirmó, poco tiempo después, que aquellos peculiares hoyos eran carboneras en las que se fabricó carbón de brezo para abastecer las fraguas de la comarca de Moncalvillo.

Como el tema resultó de interés, tanto por la cantidad de los puntos de fabricación hallados como por el desconocimiento de esta actividad en el ámbito de la investigación, esta arqueóloga propuso a los promotores del proyecto de recuperación de las neveras de Sojuela la conveniencia de su estudio, propuesta que fue aceptada y recogida en el “Estudio Etnográfico” que incluyó la “Memoria Casa de la nieve de Moncalvillo”.

Así planteaba la cuestión en aquellos años Pilar Pascual:

“La fabricación de carbón vegetal estuvo muy extendida en La Rioja desde tiempos remotos, Ledesma de la Cogolla, Viguera, Daroca y Sojuela son unos pocos ejemplos de lo que constituyó un prolongado modo de vida, complementario a otras actividades agrícolas y ganaderas”.

“En el Cerro de las Neveras (de Sojuela) existen infinidad de restos de aquel modelo de explotación, por lo que proponemos las siguientes intervenciones”.

a) Estudiar las tipologías de las carboneras.

b) Realizar un estudio cuantitativo de los restos y elaborar un mapa general de su distribución en el Cerro de las Neveras.

c) Indicar en los paneles informativos el proceso de la fabricación del carbón vegetal y del cisco a través de gráficos que ilustren los diferentes pasos, donde deberá incluirse el transporte.

“Toda esta información será consensuada con el arqueólogo que dirija los trabajos. Para el estudio de las carboneras del Cerro de las Neveras y su posterior limpieza serán necesarios quince días de trabajo de un arqueólogo y dos peones”.

Pues bien, los trabajos de limpieza de las carboneras se llevo a cabo y también su señalización, pero el interés que en aquellos años despertó la recuperación de los pozos de nieve de Logroño ensombreció la presencia de unos hoyos dispersos por el novedoso ecomuseo de montaña.

En el año 2007 salió publicado en la revista Altza, Hautsa Kenduz un pequeño artículo con título “Aprovechamientos del brezo en Moncalvillo”,  firmado por Pilar Pascual Mayoral y Pedro García Ruiz.

El objetivo de este cuaderno de Historias de Moncalvillo es completar lo ya divulgado sobre esta actividad, con nuevos datos que iremos aportando a partir del siguiente esquema:

  1. a) Los carboneros de Daroca de Rioja.

  2. b) Métodos de trabajo en la cara norte de Moncalvillo.

  3. c) Comercialización del carbón de brezo.

  4. d) Vista a los últimos vestigios del carbón de herrero.


EL CARBÓN DE BREZO EN DAROCA DE RIOJA.

Los carboneros de Daroca de Rioja.
 

En el número 25 de Historias de Moncalvillo, cuyo contenido dedicamos a la recolección de helechos, presentamos a los hermanos Ángel y José Luis García como trabajadores forestales en este maravilloso monte riojano.
 

 


José Luis y Ángel con Daroca de Rioja y el Cerro Castillejo al fondo.
 

 

Ángel nació en el año 1938 y José Luis en 1940. A los nueve años trabajaron como pastores de ganado y a los trece se iniciaron en la fabricación de carbón de brezo, como ayudantes de sus hermanos Alberto y Serapio, nacidos en 1928.

Dedicaron varios años a la recolección y comercialización de helechos y a la plantación de pinos que realizó ICONA en Moncalvillo durante la segunda mitad del siglo XX. Fueron también cisqueros y, como otros agricultores y ganaderos de la zona, recolectores de hornija para abastecer los hornos alfareros de Navarrete.
 


Recreación de la recolección de hornija en Moncalvillo.
 

Métodos de trabajo en la cara norte de Moncalvillo.

Ámbito de trabajo y herramientas.

La tradición de nuestros protagonistas respecto a la fabricación de carbón de brezo remonta a sus abuelos, quien suponemos heredó el oficio de algún antepasado de esta saga familiar.

Trabajaron básicamente en los términos “Calva Redonda” y “Cerro Colorao”, parajes situados en la cumbre de Moncalvillo dando vista a la inmensa depresión del Ebro.

Las herramientas que utilizaban eran la escota y la pala para hacer la hoya. Cuando la pira alcanzaba el punto idóneo de combustión utilizaban la pala para apocarla con tierra. A continuación, el carbón era extraído y extendido en el terreno con la rastrilla y una vez enfriado y barrido era cargado en sacos para su transporte y venta.

 


Pala, rastrilla y dos escotas utilizadas por Ángel y José Luis para fabricar carbón de brezo
 

La pala y la rastrilla no necesitan ninguna descripción por ser dos herramientas ampliamente conocidas.

La escota era un pico tradicional transformado en “pico – hacha”. El herrero conservaba intacta la parte plana del pico y la parte punzante, tras calentarla en la fragua, era convertida en hacha a golpe de martillo.

Proceso de fabricación.

El brezo (Erica Arbórea) ocupó una extensa superficie de Moncalvillo durante la terrible deforestación que ocasionó una salvaje tala de arbolado y la invasión de una importante y variada cabaña ganadera.
 


Plantas de brezo en la cumbre de Moncalvillo (Erica Arbórea).
 

A partir de la repoblación de pinar de mediados del siglo XX, el inmenso manto de brezo quedó reducido a pequeños espacios en los que penetran los rayos de sol. Su floración puede contemplarse hoy en las márgenes de caminos y cortafuegos y en los bordes de las grandes desecadas.

El brezo es una de las especies que mayor número de meses conserva la floración, al disponer de una raíz capaz de retener suficiente humedad para alimentarla. Esta particularidad hace que su raíz se convierta en una madera fibrosa, de dureza extrema y de muy baja combustión, lo cual favorecía la producción del mejor carbón.
 


Raíces o “chocas” de brezo recién arrancadas.
 

Los carboneros de Daroca comenzaban la campaña en el mes de septiembre y la finalizaban en diciembre, el resto del año lo dedicaban a tareas agrícolas y ganaderas.

Para fabricar el carbón procuraban aprovechar las hoyas viejas, utilizadas en campañas anteriores. Pero si no era posible picaban otras nuevas. En general, estas hoyas semiesféricas tenían unas dimensiones variables de entre uno o dos metros de diámetro y de unos 0,50 a 0,80 metros de profundidad.
 


Ejemplo de una hoya o carbonera de brezo en Moncalvillo.
 

Una vez preparada la hoya comenzaba la extracción de las raíces o “chocas” con el “pico – hacha” o escota.
 


Se inicia la extracción de la “choca” con escota.
 

 

 

Dos momentos de la extracción de raíces -“chocas”- de brezo.

Para preparar una carbonera se extraían hasta doscientas raíces y cada una de ellas era cortada en trozos para favorecer su combustión. A continuación, se introducían en la carbonera y se prendía fuego.


La carbonera con las primeras “chocas” está lista para iniciar la hoguera.
 

El proceso siguiente es fácil de imaginar. A medida que el fuego tomaba fuerza, los carboneros seguían amontonando raíces y quedaban a la espera de que la combustión alcanzase el punto optimo.
 


El fuego toma fuerza en la carbonera para alcanzar la combustión deseada.
 

Junto a la carbonera, tenían preparado un montón de tierra que sería utilizada para apocar la pira cuando la hoguera alcanzase el punto óptimo de combustión.
 


Carbonera cubierta parcialmente de tierra en un momento avanzado de la combustión.
 

Y una vez cubierta la carbonera, quedaba esperar a que las “chocas” quedasen completamente apagadas. A partir de este momento el carbón quedaba fabricado.
 


Carbonera cubierta de tierra en su totalidad.
 

Transporte y comercialización.

Para fabricar una carbonera de brezo era conveniente la presencia de dos personas adultas y experimentadas.

Durante la mañana arrancaban la mitad de las “chocas” y al medio día se encendía. A la tarde extraían el resto de raíces que serían quemadas al atardecer.

Según Ángel y José Luis algunas noches se veían arder desde Daroca hasta quince hogueras distribuidas por el término de Viguera y Santa Coloma.

Cubierta de tierra la carbonera era aconsejable dejarla reposar al menos dos días, para evitar sorpresas durante el transporte. Y se realizaba a continuación la extracción del carbón con la rastrilla.

El carbón quedaba extendido junto a la hoya y se limpiaba o barría, con una escoba improvisada, a base de ramas de brezo, biércol o retama con la finalidad de separar la inservible escoria del carbón.

 


Carbón de brezo extendido y “escobado” a pie de carbonera.
 

Finalizado todo el proceso se cargaba la producción en sacos de veinticinco kilogramos. El transporte se realizaba con caballerías y cada carga era de unos ciento veinticinco kilos.

El accidente más frecuente durante el transporte era la inflamación del carbón. A nuestros carboneros les sucedió en alguna ocasión durante sus múltiples viajes hacia las fraguas: El relincho de la mula y la carrera de la bestia buscando alivio, lo dejamos a la imaginación del lector.

Los carboneros de Daroca vendían sus producciones a los herreros de la zona. Entre los más fieles clientes cabe recordar a Domingo Carreras (Medrano), Alfredo Jiménez (Entrena) y a otros propietarios de las fraguas de Navarrete y Lardero.

Era un combustible incomparable. Sus propiedades para calentar el hierro eran superiores a las de otros carbones fabricados con madera de haya o roble.

Además, cuando el carbón de brezo había cumplido su función en la fragua y el herrero dejaba de accionar el fuelle se apagaba, lo que a largo plazo suponía un considerable ahorro económico.

Las propiedades de este combustible le dieron gran prestigio en la comarca de Moncalvillo, lo que hizo que las gentes de estos pueblos lo “bautizaran” como carbón de herrero.
 

Visita a los vestigios del carbón de herrero.

Acondicionar para la visita los vestigios de la fabricación de carbón de herrero fue propuesta en el año 2005 por Pilar Pascual Mayoral en el Estudio Etnográfico que incluyó la Memoria “La Casa de la nieve de Moncalvillo”.

Tres años después, esta arqueóloga insistía en el interés de recuperar los nuevos hallazgos localizados en jurisdicción de Daroca de Rioja, dentro del “Proyecto de recuperación del Patrimonio del Señorío de Almoravit”. Y sugería en el nuevo proyecto comunicar ambos ecomuseos a través de un sendero que permitiera disfrutar al visitante de una variada muestra etnográfica, geológica y medioambiental.
 


Trazado del nuevo sendero entre las neveras de Daroca y Sojuela.
 

La iniciativa fue aceptada. Y como vemos en el panel informativo propuesto para este nuevo proyecto, a lo largo del sendero encontraremos una variada muestra compuesta de neveras, carboneras, una atractiva desecada y otros elementos de carácter medioambiental.

De todo este rico muestrario, son las hoyas los elementos más sencillos y por tanto las estructuras que pasarán más desapercibidas a los ojos del visitante. Por esta razón, queremos recordar al finalizar este cuaderno a los héroes que picaron y utilizaron las viejas carboneras para fabricar el carbón de herrero.

Citamos en primer lugar a Ángel y José Luis García, quienes aprendieron el oficio de sus hermanos Alberto y Serapio.

Aunque Vicente de Francisco era hijo de Anguiano, llegó a Daroca en el año 1930 para establecerse como herrero del pueblo y atender además la fragua de Hornos de Moncalvillo. Vicente de Francisco fabricó carbón de brezo para las fraguas que utilizó en los dos pueblos citados.

En Sojuela hubo una interesante saga familiar de herreros. El más viejo de los que recuerdan sus nietos fue Epifanio Fernández. Epifanio enseñó el oficio a Ignacio y Cayo Fernández. Varios miembros de esta familia fabricaron carbón de brezo en Moncalvillo, quizás en alguna de las carboneras que hoy muestra al visitante el ecomuseo Casa de la nieve de Moncalvillo.

En la vertiente este de Moncalvillo, en jurisdicción de Sorzano, fueron varias las personas que subían al monte a fabricar carbón de herrero.

Mariano Ulecia y Germán Ulecia eran hijos del molinero de Sorzano y subían al monte a hacer carbón de chocas para, entre otras cosas, calentar el motor de su camión y que arrancara en invierno. 

Hay que recordar también aquí a Pelayo Ascacíbar, herrero de Sorzano y propietario de la fragua. Su tío Quico Ascacíbar y Jesús Bazo subían muchos días al monte a hacer carbón de brezo y se quedaban varios días. Pero como Jesús Bazo era el más joven y algo debilucho, mientras ellos hacían el carbón, cargado con varias hachas y picos bajaba a afilarlos al pueblo.
 


Pelayo Ascacíbar trabajando en la fragua de Sorzano.
 

Algo más al este trabajaban en Moncalvillo los cisqueros de Viguera. Como dijimos en el artículo publicado en la revista Altza, Hautsa Kenduz, eran más de cincuenta los hombres que salían muchos días a trabajar al monte para fabricar cisco, carbón vegetal, hornija y carbón de herrero.

Entre los cisqueros de Viguera entrevistados en el año 2007 se encuentran Honorio Galilea, Manuel Santibáñez y Víctor Pérez Marín.

Y en el extremo oeste de Moncalvillo los productores de carbón de brezo más activos fueron los de Santa Coloma, Castroviejo y Manjarrés.

A todos estos personajes queremos homenajear en este nuevo número de Historia de Moncalvillo. Suponemos que aparecerán nuevos nombres a medida que nuestros lectores descubran otros carboneros y cisqueros en sus pueblos.

Todos ellos serán incorporados a este capítulo final que con sumo placer dedicamos a unos héroes que con una escota, una pala y una rastrilla consiguieron extraer de las entrañas de la montaña el extraordinario combustible que demandaban los propietarios de las fraguas, establecimientos imprescindibles para el desarrollo agrícola y ganadero de nuestros pueblos, y para múltiples necesidades de la vida cotidiana de sus gentes.

Solo nos queda decirle al senderista que visite estos dos ecomuseos de montaña, que cuando se asome a las viejas carboneras recuerde el esfuerzo de aquellos hombres y las horas de duro trabajo que tuvieron que realizar en lugares tan alejados para conseguir un mísero jornal. Así cantaba la “riqueza” de aquellos gremios la coplilla popular:

Carbonero y cisquero / hacedor de yeso y cal.

A la corta o la larga / a morir al hospital.


BIBLIOGRAFÍA.

GARCÍA RUIZ, PEDRO; PASCUAL MAYORAL, PILAR. “Aprovechamiento del brezo en Moncalvillo”, Altza, Hautsa Kenduz, IX, Donostia, San Sebastián, 2007, pags. 103 – 111.    
 

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