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SALUDA.
Miguel Ángel Pascual Mayoral.
No recuerdo el año, pero sí que era una mañana de verano. Hilario Pascual y yo pasamos por Fuenmayor para recoger a Emilio Foncea y pasar un día de excursión, aunque tampoco recuerdo a qué lugar concreto. Sólo que, al final de la recta de Buicio, pasada “La Zanussi”, encima de la curva que da comienzo a la cuesta, había dos fincas, una encima de otra y, en una de ellas, un chozo, precioso y en perfecto estado de conservación. En ese momento, Emilio e Hilario comentaron su belleza. Y uno de los dos añadió: “Son tan bonitos que voy a crear la “Asociación de Amigos de los Chozos”. Y el otro respondió: “Yo me apunto”. Y en ese momento quedó creada la “Asociación” (aunque no recuerdo si, también, se repartieron los cargos). Fue pasando el tiempo y el 23 de septiembre del año 1996 falleció Emilio Foncea. Las dos fincas (siempre llecas) y el chozo seguían allí. Hasta que un día metieron las máquinas y las unificaron. Junto al poyo que las separaba, derribaron también el chozo. Todavía tuvieron que pasar unos años hasta que plantaron la viña actual. Es curioso, pero cada vez que voy hacia Cenicero por esa carretera, al final de la recta e inicio de cuesta recuerdo a los tres: a Emilio, a Hilario y a la “Asociación de Amigos de los Chozos”.
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LOS CHOZOS DE MONCALVILLO. Pedro García Ruiz[1]; Luis Argaiz Velasco[2];José Luis Cinca Martínez[3]; Pilar Pascual Mayoral[4]
PRESENTACIÓN. El paisaje de los pueblos de Moncalvillo se ve animado frecuentemente por sencillas construcciones que evocan un tradicional modo de vida que comenzó a transformarse con la llegada a nuestros campos de la poderosa maquinaria agrícola. Chozas de aperos y corrales de ganado constituyen junto a chozos, abejares y molinos un extraordinario legado que pierde identidad al dejar de cumplir las funciones para las que fue realizada cada construcción. Proteger este patrimonio es responsabilidad de todos y un paso imprescindible para ello es conocer su existencia y estado de conservación, por esta razón, hemos elaborado un catálogo de los denominados “chozos guardaviñas” existentes en la comarca de Moncalvillo y las zonas periféricas. El territorio en estudio se ve afectado por el proyecto “Paisaje cultural del vino y el viñedo de La Rioja y Rioja Alavesa” que promueven el Gobierno de La Rioja y el Gobierno Vasco, ya que se extiende desde las cumbres de Moncalvillo al río Ebro y está delimitado al este por el río Iregua y al oeste por el Yalde (fig.1).
Fig. 1.-Mapa del territorio del proyecto "Paisaje cultural del vino y el
viñedo de La Rioja y Rioja Alavesa". [1] Etnógrafo. |
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El catálogo en cuestión incluirá una ficha de cada construcción con la descripción de sus características generales, varias muestras fotográficas y el correspondiente mapa de situación. Como suponemos que esta parte del trabajo puede retrasarse algún tiempo, debido a los trabajos de campo y levantamiento de planos, hemos creído oportuno adelantar algunos datos de interés, la historia de las investigaciones para que el lector conozca el interés que despertaron estas construcciones a lo largo del siglo XX, unas imágenes de los chozos localizados y una valoración de su estado de conservación. HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES. Las primeras noticias sobre construcciones rurales de planta circular y cubierta cónica del norte peninsular las ofrece Leoncio Urabayen en 1925, y tres años después José Miguel Barandiarán publica un breve artículo en el que incluye algunos “refugios” riojanos.
Parece que las expediciones de estos dos investigadores no despertaron
demasiado interés en la familia científica de la época. Enciso rompe el
silencio en el año 1959 con las “cabañas” de La Guardia (Álava), y en
1979 aparecen dos interesantes trabajos; uno publicado por Juan Cruz
Labeaga sobre las “chozas de piedra con cúpula” de Viana (Navarra), el
otro por Fermín Leizaola sobre las “txabolas cupulares” de Euskalerría,
Navarra y La Rioja (fig.2). |
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Labeaga inicia su artículo con una completa historia de las investigaciones e incorpora importante información documental y, tras un meticuloso trabajo de campo, Fermín Leizaola presenta el primer cuadro tipológico de las txabolas del norte peninsular. Ambos autores habían puesto en marcha un método de trabajo mucho más riguroso. Animado probablemente por estas publicaciones, en 1982 Gerardo López de Guereñu da a conocer la parte primera de un estudio sobre “refugios rurales” de la Sonsierra y Rioja Alavesa, que ira completando en los años 1985 y 1986 tras catalogar ciento veintidós construcciones rurales. En el año 1990 María de los Ángeles de las Heras y Pilar Sainz Benito retoman el estudio de los chozos de la Sonsierra y publican un artículo en el que llaman la atención dos cuestiones importantes; la ausencia de referencias al extraordinario trabajo publicado por López de Guereñu y el empeño de ambas autoras en llamar “chozos guardaviñas” a unas construcciones que, como ellas dicen en su artículo, eran conocidas en la zona como “chozos” y “casillas”. Los trabajos realizados sacaron a la luz un extraordinario patrimonio etnográfico, pero en la margen izquierda del Ebro quedaban por descubrir los refugios de Oyón (Álava), tarea que realizó en 1995 Manuel González Pastor. Y poco antes de finalizar esta centuria el Colegio de Arquitectos de La Rioja pone el punto final con la exposición: “Guardaviñas en La Rioja”. El nuevo siglo comenzó con buen pie para la divulgación y protección de este interesante legado. En el año 2001 se celebra en Albacete el I Congreso Nacional de Arquitectura Rural en Piedra Seca con una extraordinaria participación. En las Actas de este I Congreso Nacional quedó recogida la ponencia presentada por el profesor Antonino González Blanco y José Luis Cinca Martínez sobre un grupo de chozos de La Rioja Baja. Y tres años después, en el II Congreso Nacional de Arquitectura Rural en Piedra Seca, Cinca Martínez y Jesús García dan a conocer el “chozo guardaviñas” de Coscojer, situado en Cervera del Río Alhama. Los autores riojanos habían conseguido romper la eterna fijación de la investigación en los “chozos guardaviñas” de La Rioja Alta y Alavesa quedando en situación inédita el territorio de La Rioja Media. Al estudio de los chozos de este territorio dedicamos el segundo número de Historias de Moncalvillo. LAS DIFERENTES DENOMINACIONES.
Los chozos conocidos en la comarca de Moncalvillo son de planta circular
y cubierta cónica, una tipología que abunda en el ámbito mediterráneo
aunque según los lugares recibe diferentes denominaciones. |
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Mientras que Fermín Leizaola denomina txabolas a las estudiadas en la Montaña de Euskadi (fig.3), Urabayen, Labeaga y Pastor llaman chozas a las de Oyón y Tierra Estella y considera que son refugios José Miguel Barandiarán. De las Heras y Pilar Sáenz dicen que en la zona de la Sonsierra eran conocidas como “chozos” y “casillas”, pero ellas prefieren llamarlas “chozos guardaviñas”; denominación que es utilizada por investigadores posteriores y “oficializada” en el momento actual. Pero esta diversidad no es una cuestión específica del norte peninsular. Si nos asomamos a otras comunidades españolas veremos que estas construcciones rurales se nombran de múltiples maneras. En La Mancha las llaman “cucos”, “cubillos”, “bombos” y “chozos”; en Asturias “corros” y “brañas” y en otros lugares “culties”, “tambores”, “barracas” o “cacherulos” entre otras denominaciones más. Las personas entrevistadas en los pueblos de Moncalvillo nos dicen que ellos siempre llamaron “chozos” a los refugios que aquí estudiamos, no obstante, nos ha parecido oportuno realizar algunas consultas más. En el Diccionario de la Toponimia Actual de La Rioja aparece en trece ocasiones el topónimo “chozo” y en treinta y cuatro la voz “choza”; “Casilla de los Guardas” se cita en una sola vez y no existen referencias a “guardaviñas” ni a “chozos guardaviñas”. También hemos encontrado algunos datos de interés en la cartografía de la comarca de Moncalvillo. En el vuelo del I.G.C. del año 1952, cuando todavía había más animales de tiro que tractores en el campo, estas construcciones rurales son señaladas como chozos y chozas.
Estos chozos que aparecen indicados en la cartografía consultada
corresponden a construcciones de planta circular y las chozas, más
abundantes en la zona de Sotés y Hornos de Moncalvillo, a construcciones
de planta cuadrada o rectangular (fig.4 y 5). |
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Fig.5: Lado sur de una choza de Hornos de Moncalvillo.
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Chozo de La Rad. Entrena |
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Chozo de Agudillo. Fuenmayor |
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Chozo de Buicio 2. Fuenmayor. Desaparecido |
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Chozo del Llanillo. Fuenmayor |
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Chozo Camino Viejo de Fuenmayor 1. Logroño |
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Chozo Camino Viejo de Fuenmayor 2. Logroño |
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Chozo de La Grajera. Logroño |
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Chozo de Monte Corvo. Logroño |
Chozo Barra. Navarrete |
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Chozo de Bodegas Gregorio Martínez. Sorzano |
Chozo Blanco. Viguera |
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Como decíamos al comenzar el estudio de los chozos de Moncalvillo, con la llegada de la maquinaria agrícola y la posterior concentración parcelaria fue transformándose lentamente el método tradicional de explotación agraria. Durante todo este proceso fueron desapareciendo infinidad de pequeñas construcciones que generaciones anteriores habían levantado en puntos diferentes de nuestros campos. A pesar de todo, en la comarca de Moncalvillo estamos todavía a tiempo de recuperar buena parte de ellas. Los chozos catalogados en esta zona de la comarca de Moncalvillo se encuentran diseminados por las jurisdicciones de Entrena, Fuenmayor, Sorzano y Viguera, y hemos incluido los que conservan algún vestigio en la zona oeste de Logroño, para enlazar este territorio con el estudiado en Oyón (Álava) y Viana (Navarra). Describimos a continuación su estado de conservación. ENTRENA. Chozo de Cuatro Cantos: Presenta buen estado de conservación. Chozo de la Rad: Presenta buen estado de conservación. Chozo de Santa Ana: Presenta buen estado de conservación. La reforma que ha recibido ha evitado su destrucción, pero el chozo ha perdido su estilo original. Sería recomendable recuperar la forma cónica de su cubierta. FUENMAYOR. Chozo de Agudillo: Presenta buen estado de conservación. El interior está cuidado con esmero. Chozo de Buicio 1: Presenta mal estado de conservación. Ha quedado oculto entre las instalaciones de placas solares. Chozo de Buicio 2: Desaparecido recientemente. Probablemente durante el acondicionamiento del terreno para plantación de viña. Chozo de Montecillo: Presenta buen estado de conservación. Su interior está bien cuidado. Chozo del Llanillo: Presenta buen estado de conservación. Su interior está bien cuidado. Chozo de los Valles: Presenta mal estado de conservación. Tiene arruinado el paramento exterior de su lado oeste. Conviene repararlo con brevedad para evitar su hundimiento definitivo. Sería conveniente desbrozar todo su perímetro. LOGROÑO. Chozo Camino Viejo de Fuenmayor 1: Presenta buen estado de conservación. Su interior está bien cuidado. Chozo Camino Viejo de Fuenmayor 2: Presenta mal estado de conservación. El chozo está cubierto de vegetación en su lado oeste y sur. En las partes visibles puede verse el deterioro del paramento exterior. Es imprescindible una intervención de desbrozado y posterior restauración. Chozo de la Grajera: Presenta mal estado de conservación. El chozo está arruinado en un setenta por ciento de sus estructuras. Es imprescindible recuperar este chozo por su proximidad al Camino de Santiago y encontrarse en una importante zona de ocio de la ciudad de Logroño. Chozo Monte Corvo: Presenta mal estado de conservación. Tiene hundida la cubierta y derruido el acceso. Es imprescindible su restauración. NAVARRETE. Chozo Barra: Desaparecido. Probablemente quedó oculto bajo las piedras depositadas al acondicionar el terreno para plantación de viña. SORZANO. Chozo de Bodegas Gregorio Martínez: Presenta un excelente estado de conservación. Este chozo ha sido construido recientemente por los propietarios de Bodegas Gregorio Martínez como un elemento didáctico y ornamental. VIGUERA. Chozo Blanco: Presenta buen estado de conservación. Está protegido con un vallado perimetral que impide el acceso a los animales. CLAVES PARA UN PROYECTO. Los chozos de Moncalvillo forman parte del patrimonio cultural, histórico y artístico de La Rioja, lo que les convierte en un bien social perteneciente a todos los riojanos. Tal y como hemos visto en el capítulo anterior su estado de conservación es malo, si exceptuamos seis ejemplares todos los demás necesitan una profunda restauración. La Ley de Patrimonio Cultural, Histórico y Artístico de La Rioja entiende por Lugares de Interés Etnográfico los “Parajes naturales, conjuntos de construcciones o instalaciones vinculadas a formas de vida, cultura y actividades tradicionales que, por su valor de relación entre la naturaleza y las actividades humanas expresan características culturales de La Rioja”. Además, incluye dentro del Patrimonio Etnográfico “las construcciones e instalaciones que manifiestan de forma notable las técnicas constructivas, formas y tipos tradicionales de las distintas zonas de La Rioja, en especial, con relación a la cultura del vino”. Estas sencillas referencias justificarían una intervención en los chozos de Moncalvillo para evitar su completa destrucción, pero existen otras razones que por su importancia y actualidad conviene señalar, y una de ellas es el proyecto “Paisaje cultural del vino y el viñedo de La Rioja y Rioja Alavesa”. En la Memoria de este proyecto se destaca por su valor cultural todo un repertorio de bienes patrimoniales relacionados con el vino, como son los eremitorios y lagares rupestres de la Sonsierra o los chozos guardaviñas, entre los que ocupan un lugar relevante los ejemplares aquí estudiados. Es importante recordar también la importancia de estas construcciones rurales respecto a proyectos turísticos de ámbito más local, como el BTT que promueve la Mancomunidad de los Pueblos de Moncalvillo, y no olvidar que sus posibilidades de carácter didáctico y ornamental pueden ser utilizadas en otras iniciativas de carácter turístico y cultural. Por todas estas cuestiones entendemos que desde la Mancomunidad de los Pueblos de Moncalvillo y los ayuntamientos periféricos, y muy especialmente los de Logroño y Fuenmayor, cuyos chozos presentan un estado de conservación más deficiente, deberían poner en marcha un “Proyecto de Restauración y Conservación de los Chozos” aquí estudiados, a través de escuelas de cantería u otras posibles fórmulas que permitan la restauración y conservación de las diferentes construcciones.
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