La Dama de Moncalvillo.

Pedro García Ruiz, Luis Argaiz Velasco; Pilar Pascual Mayoral.

INTRODUCCIÓN.

Atrás ya los meses de verano y a punto de finalizar la recolección de los ricos frutos de la huerta, colgamos el azadón y retomamos la Colección Historias de Moncalvillo. En este quinto tema damos a conocer un fragmento de vidrio decorado, hallado en una finca de cultivo en la que hace dos mil años existió una villa romana.


Detalle decorativo del vidrio de Moncalvillo.
 

Este interesante vidrio nos animó a sobrevolar el paso de Roma por la comarca de Moncalvillo, y la bella decoración que en él nos dejó el artesano romano a presentarlo bajo el título Dama de Moncalvillo.

El fenómeno de la romanización provocó en Hispania la mayor transformación social, política y cultural conocida en la Antigüedad. Es rica y abundante la información de la que hoy disponemos sobre este proceso histórico, de manera que vamos a ocuparnos simplemente de la repercusión que alcanzó en la zona del Moncalvillo.

Ofrecemos en primer lugar un resumen de los acontecimientos militares que afectaron al territorio actual de La Rioja, comentamos a continuación la reorganización del territorio en época de Augusto y dedicamos el resto del trabajo a la evolución de la industria del vidrio y su relación con la alfarería en época romana.


 

CONQUISTA Y PACIFICACIÓN DEL VALLE DEL EBRO.

Con el desembarco de Escipión en Ampurias el año 218 a.C. comienza la intervención de Roma en Hispania. El principal objetivo en aquel momento era la destrucción de Cartago y la expulsión de los cartagineses de la Península Ibérica, tarea que concluyó el general romano en el año 205 a.C.


Recreación de una galera romana.
 

Eliminado el peligro cartaginés, se extiende la conquista por toda la Península Ibérica. Las primeras confrontaciones en el territorio actual de La Rioja se producen en las proximidades de Calagurris hacia el año 187 a.C., y ocho años después Tiberio Sempronio Graco derrota a los celtíberos de Ilurcis y funda Graccurris en el actual pueblo de Alfaro.

La conquista de Celtiberia era un objetivo imprescindible para controlar el valle del Ebro. La campaña militar que hoy conocemos como Guerras Celtibéricas comienza en el año 156 a.C., y con ella la gran pesadilla de Roma, ya que no conseguirá someter a los celtíberos hasta el 133 a.C., tras el asedio y destrucción de la gran Numancia.

El valle del Ebro es ahora un remanso de paz, pero es interrumpido varios años después por dos sonoros acontecimientos militares: las Guerras Sertorianas, con duros enfrentamientos entre los años 77 y 72 a.C. y terribles consecuencias para la ciudad de Calagurris, y las Guerras Cántabras que durante los años 29 al 19 a.C. es utilizado el valle del Ebro como apoyo logístico del ejército romano.

Finalizados estos conflictos armados queda pacificada Hispania. Augusto reorganiza la administración y divide la Península Ibérica en tres grandes provincias: la Tarraconense, en la que se integraba el territorio actual de La Rioja, la Bética y la Lusitania, y construye a continuación una extraordinaria red de calzadas para comunicar las tres provincias hispanas con Roma y la Galia.

Una de estas calzadas atravesaba La Rioja de este a oeste a través de Graccurris (Alfaro), Calagurris (Calahorra), Vareia (Varea), Tritium Magallum (Tricio) y Libia (Herramelluri).

Esta importante vía de comunicación se conoce en el ámbito de la investigación como vía nº I de Italia in Hispania. En territorio español comunicaba la ciudad de Tarraco (Tarragona) con Astúrica (Astorga), donde se encontraban las minas de las Médulas cuyo oro despertó gran interés en el senado de Roma.

Sabemos que estaba en construcción hacia el año 9 a.C., gracias a la inscripción de un miliario hallado junto al puente romano del río Cidacos, a las puertas de Calagurris.
 


Tambor central del miliario hallado en Calahorra.
 


EL TERRITORIO DE MONCALVILLO Y SU EXPLOTACIÓN.

Cuando los romanos llegaron a la comarca de Moncalvillo encontraron unos cuantos asentamientos celtibéricos, distribuidos por las jurisdicciones de Alberite, Fuenmayor, Entrena, Islallana, Nalda, Viguera y Sorzano, y suponemos que existían otros enclaves más que por el momento desconocemos.

El paisaje de este territorio podemos imaginarlo cubierto de masa forestal, en la que predominaba el bosque de encinar, y pequeñas zonas deforestadas próximas a los poblados indígenas dispuestas para la explotación agrícola.

Hacia los años 9 al 8 se construye la vía romana de Italia in Hispania en este territorio, y comienza poco después la deforestación de amplios espacios que serán cultivados por los habitantes de los poblados celtibéricos, ya romanizados, y por los propietarios de las nuevas villas.

Tenemos un buen ejemplo de la romanización de estos poblados en el Cerro de Santa Ana, en Entrena.

Durante las obras de mejora de la carretera LR-137 –tramo Entrena – Navarrete-, en la ladera oeste del cerro quedaron al descubierto varias estructuras murarías y un gran aljibe, construido con hormigón romano a base de cal hidráulica y tégula romana machada (signinum), que confirman la pervivencia del hábitat en época imperial.
 


Ladera oeste del Cerro de Santa Ana después de las obras.
 


Detalle de un muro romano cortado en sección en el Cerro de Santa Ana. Entrena
 


Aljibe romano cortado en sección en el Cerro de Santa Ana. Entrena.

La comarca de Moncalvillo se encontraba a mitad de camino entre las ciudades de Tritium Magallum y Vareia. En este territorio intermedio no existían ciudades importantes pero sí varios asentamientos celtibéricos, que como ya dijimos son romanizados para el siglo I, y otros establecimientos rurales tipo villa cuyos vestigios arqueológicos afloran en los campos de Alberite, Albelda, Entrena, Fuenmayor, Hornos de Moncalvillo, Lardero, Medrano, Nalda, Navarrete, Sotés, Varea, Ventosa y Villamediana.

Roma impone en los territorios conquistados el binomio ciudad – campo. Las ciudades eran centro de poder político, económico y cultural, y en su periferia serían distribuidas estratégicamente las villas rústicas.

Las villas romanas eran asentamientos de carácter familiar. La principal actividad de sus propietarios era la agricultura y con cierta frecuencia se combinaba con la explotación ganadera y otras actividades de carácter industrial, como la elaboración de pan, vino o aceite. Además, en la comarca de Moncalvillo los vestigios arqueológicos confirman la presencia de una importante actividad alfarera en época imperial.

Este nuevo modelo provocó una importante transformación del territorio para finales del siglo II. Así resumen Abascal y Espinosa unos comentarios de Tertuliano sobre el nuevo momento histórico:

“Todas las tierras se han hecho accesibles, todas son conocidas, todas productivas… los campos de cultivo han vencido a los bosques, los rebaños han puesto en fuga a las fieras... Hay ahora más ciudades que antaño cabañas… Por doquier hay edificaciones, por doquier ciudadanos, por doquier ciudades privilegiadas, por doquier vida”.

Junto a los vestigios arqueológicos asociados a la industria alfarera, en la comarca de Moncalvillo hay que destacar también la sugerente toponimia que todavía conserva la tradición oral. Los términos Valbornedo o Valbornero, de uso cotidiano en Navarrete y Hornos de Moncalvillo, y el de Valdornos conservado en Ventosa y Sotés son reminiscencias toponímicas de aquella actividad y deben interpretarse, como señala Hilario Pascual González, como Valle Hornero los dos primeros y Valle de los Hornos el tercero.

Dos modelos de cerámica romana fabricada en los alfares de Moncalvillo (TSH).

Los centros productores de cerámica romana de esta zona de la Rioja Media, Arenzana de Abajo, Arenzana de Arriba, Bezares, Manjarrés, Nájera, Tricio y Varea y los localizados en Ventosa y Sotés, alcanzaron una importancia extraordinaria entre los siglos I al V, solo en los alfares de Tritium Magallum trabajaron más de cien alfareros diferentes y sus producciones fueron comercializadas por toda la Península Ibérica.

Sin embargo, es menos conocida en La Rioja la industria romana del vidrio, aunque sabemos que en el alfar romano de La Maja, en Calahorra, el alfarero Verdullo compartió espacio industrial en el siglo I con otros maestros vidrieros.
 


LA DAMA DE MONCALVILLO.

Características generales.

Hace unos cuantos años tuvimos noticia del hallazgo de un fragmento de vidrio decorado, procedente de una villa romana situada en la comarca de Moncalvillo. Presenta forma irregular y color verde oscuro, prácticamente negro.

Las dimensiones del fragmento no permiten reconstruir la tipología de la pieza original, aunque suponemos perteneció a una botella o anforisco, o quizás a un objeto decorativo doméstico o personal. El fragmento en cuestión, conserva una cabeza femenina mirando a la derecha y está elaborado a molde. La forma de camafeo pretende simplemente mejorar su aspecto en esta presentación. 


Busto femenino representado en el vidrio romano.
 

Son dos las cuestiones que vamos a tratar aquí aprovechando la noticia de este bello ejemplar, los orígenes y expansión de la fabricación de objetos de vidrio y la tradición decorativa de los artesanos romanos.

La fabricación de objetos de vidrio en la Antigüedad.

Aunque la talla por el hombre de la roca obsidiana se remonta a la lejana Prehistoria, el origen de la fabricación de objetos de vidrio hay que situarlo, según la mayoría de los especialistas, en el segundo milenio a.C., en los siglos de mayor esplendor de Siria, Egipto y Mesopotamia,

También sobre este tema vamos a encontrar abundante información, pero de toda la consultada seguimos en este tema la tesis doctoral “El vidrio romano en los museos de Madrid”, presentada por Alonso Cereceda en el año 2010.

Según este autor, las técnicas que utilizan los primeros vidrieros se extienden por el Próximo Oriente y alcanzan poco después las islas de Grecia, Chipre y Creta. En una primera época los maestros vidrieros utilizan técnicas de tallado, moldeado, núcleo de arena y cera perdida, y a mediados del siglo I a.C. surge el vidrio soplado en Siria, Babilonia, Sidón y Alejandría.

La novedosa técnica del vidrio soplado permitió aumentar la producción y reducir los costes, lo cual favoreció la expansión comercial por todo el Mediterráneo.

El vidrio soplado llega a Roma en época de Augusto y se extiende poco después por el imperio. Las primeras producciones que aparecen en el ámbito riojano llegan importadas probablemente de los talleres vidrieros del sur de la Galia, aunque sería conveniente conocer el tipo de producciones que realizó en el alfar de la Maja el vidriero calagurritano y la de otros posibles centros productores no localizados en nuestra Comunidad.

Algunas decoraciones de época romana.   

Los artesanos romanos fueron auténticos maestros de la divulgación de temas religiosos, mitológicos y otros relacionados con la vida cotidiana. En La Rioja se ha recuperado abundante material arqueológico que demuestra su gran habilidad para mezclar oficio, estética y creencias.

La Venus de Herramélluri, hallada en la ciudad romana de Libia, es un buen ejemplo de calidad y buen gusto del colectivo metalúrgico, y la Dama de Calahorra de la extraordinaria destreza de los escultores romanos.


Venus de Herramélluri

 


Dama de Calahorra

Pero el colectivo alfarero no se quedaba atrás. Gaio Valerio Verdvllo nos dejó en el siglo I d.C. un variado catálogo de producciones cerámicas que hoy conocemos gracias a la arqueología.

Verdullo incorpora en sus vasos un variado repertorio de elementos decorativos, gladiadores y cuadrigas que evocan los juegos circenses celebrados en su época en la ciudad de Calagurris, signos del zodiaco, motivos decorativos sobre la caza y la pesca, y otras escenas llamativas como las que adornan el denominado “vaso erótico”.

 


Vaso con figuras circenses.


Vaso erótico de Verdullo.
 

En el “vaso erótico”, hallado incompleto en la campaña de excavaciones del año 1996, el alfarero calagurritano realiza una verdadera obra de arte que es interpretada por Elena González-Blanco como una historia cómico-filosófica con la que Verdvllo conmemora las fiestas de Adonis.

Reproducimos solamente el primer texto epigráfico que relata una escena amorosa entre un hombre y una mujer representada en este vaso: IN GENV CUBIS NATICOSA, COLEOS FRANGIS, que traducida al castellano quedaría así: “Culona, haces el amor de rodillas y rompes los cojones”.

Alfareros y vidrieros tenían muchas cosas en común. En ambos oficios era imprescindible utilizar el horno durante la fabricación de sus piezas, pero debido al peligro de estos hornos durante la combustión, los gremios afectados fueron obligados a sacar los talleres fuera del núcleo urbano.

La fabricación de vidrio a molde implicaba también a ambos colectivos. El alfarero era el encargado de fabricar el molde y aplicar con su punzón los elementos decorativos, y el vidriero completaría el trabajo con la pipa de soplar y las diferentes herramientas.

Los romanos concedían también gran importancia a la estética personal. Las mujeres de la corte eran especialmente coquetas y alcanzaron gran influencia en las tendencias de la moda, tanto en la forma de vestir como en el modelo de peinado. Hemos seleccionado tres denarios de plata del catálogo numismático de López Beltrán, para ilustrar una “puesta en escena” de tres emperatrices.

El primer denario es de Julia Mamea, regente y madre de Alejandro Severo, en el que presenta un tocado con trenzas; el segundo de Julia Domna, esposa de Séptimo Severo, con un tocado muy elaborado, y el tercero de Faustina la Menor, esposa de Marco Aurelio, con moño cubierto con una redecilla, posiblemente de hilo de oro.


Julia Mamea

Julia Domna


         Faustina la Menor
 

Este sería pues el contexto en el que debemos situar la Dama de Moncalvillo. Una mezcla de arte, moda y tradición que fue calando en los últimos rincones del imperio a través de la escultura, la numismática, la cerámica de mesa, el vidrio y otros elementos más de la rica cultura material romana.



LA POSIBLE UTILIDAD DEL VIDRIO DE MONCALVILLO.

Es posible que al finalizar este nuevo tema alguien se pregunte por la utilidad de la Dama de Moncalvillo, de manera que vamos a ofrecer algunas iniciativas.

De momento, este fragmento de vidrio nos ha servido para recordar los efectos de la romanización en la comarca de Moncalvillo, y la llegada a estas tierras de algunos gremios artesanos cuyas producciones fueron comercializadas en toda la Península Ibérica. 

Pero la Dama de Moncalvillo ofrece otras utilidades gracias a su belleza y sus dos mil años de antigüedad. Podría utilizarse, por ejemplo, como logo de una marca de vino o de cerveza, imitando modas de época romana como esta que llegó a territorio alavés.

En el yacimiento arqueológico de Atxa, situado en la parte norte del casco urbano de Vitoria, fueron recuperados seis fragmentos de vidrio pertenecientes a un vasito romano biansado o anforisco, con decoración de un busto femenino similar al que apareció en la villa romana de Moncalvillo.


Representación del anforisco rescatado en Atxa. Según Gil Zubillaga.
 

Este tipo de recipientes eran utilizados para comercializar vino, perfumes o ungüentos, aunque la mayoría de los ejemplares estudiados fueron fabricados con técnica de soplado libre y por tanto sin decoración.

La tradición decorativa del vidrio que nos muestran los artesanos romanos pervive a lo largo de los siglos y es utilizada hoy por algunas bodegas de La Rioja, como por ejemplo, la bodega Viña Emperatriz.

La Dama de Moncalvillo puede resultar de interés también como elemento decorativo en estancias relacionadas con el turismo etnológico y cultural y para otros posibles usos que descubran las asociaciones culturales de la zona de Moncalvillo.

Por nuestra parte esperamos que vidrio romano sirva para recordar a quien corresponda, que durante las campañas arqueológicas de los años 1995 a 1999, en el alfar de La Maja aparecieron vestigios relacionados con la fabricación de vidrio, y cuando por fin los arqueólogos sacaron a la luz el único horno de vidrio romano conocido en La Rioja, desde la Consejería de Cultura del Gobierno de La Rioja se decidió suspender las excavaciones arqueológicas.

La recuperación de las excavaciones arqueológicas en el alfar de La Maja, en el que trabajaron el alfarero Gaio Valerio Verdvllo y otros vidrieros romanos en el siglo I, permitiría conocer la tipología de los objetos de vidrio allí fabricados y el volumen de sus producciones y si se trataba de un importante centro productor de vidrio o si por el contrario era una oficina de producción local.


 

BIBLIOGRAFÍA.

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ALONSO CERECEDA, EDUARDO. El vidrio en los museos de Madrid, Madrid, 2010.  http://eprints.ucm.es/10625/1/T31874.pdf

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AMIGOS DE LA HISTORIA DE CALAHORRA (edit.) Así era la vida en una ciudad romana: Calagurris Iulia, LR. 2002.

 

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