MOLEROS DE MONCALVILLO.

Pedro García Ruiz; Luis Argaiz Velasco; Pilar Pascual Mayoral. 

INTRODUCCIÓN.

La alimentación es considerada como uno de los aspectos más ricos de la cultura, y buena prueba de ello es el interés que ha suscitado en el ámbito de la investigación.

Contamos con un amplio repertorio de publicaciones en el que podemos encontrar desde comentarios llamativos como este que nos dejó H. Boudreau en 1894: “para la ciencia exacta de los asuntos humanos un menú es más instructivo que una narración de hechos de guerra, un libro de cocina más que una colección de actas diplomáticas y una estadística de alimentos más que un relato de intrigas de la corte”, a otros que animan al trabajo multidisciplinar como la réplica de Máximo Montanari a la vieja tesis del siglo XIX: “el único modo de afrontar un tema histórico de manera positiva y constructiva es no aislarlo, sino encuadrarlo en un contexto lo más amplio posible”.

Efectivamente, no sería muy acertado valorar la aportación de la patata a la dieta española sin contemplar acontecimientos históricos tan relevantes como el descubrimiento de América o las posteriores expediciones de los conquistadores. 

Siguiendo el razonamiento de Montanari nos ocupamos en este número de una parcela de la historia de la alimentación: el gremio de moleros. Colectivo encargado de fabricar las piedras de moler que demandaba la industria molinera para transformar en alimento los cultivos de lo que conocemos como dieta mediterránea.  

Este peculiar gremio de moleros, cuya actividad se detecta ya en la Primera Edad del Hierro, cobra especial interés en esta colección al descubrir que hace más de dos mil años los celtíberos de Islallana fabricaban sus molinos en el poblado de Las Planas, a los pies de Moncalvillo.

APUNTES SOBRE LA HISTORIA DE LA ALIMENTACIÓN.

El cultivo de cereal está documentado en el VI milenio a.C., tras descubrir los arqueólogos granos de cereal depositados como ofrendas en tumbas del antiguo Egipto.

También podemos aproximarnos al conocimiento de la alimentación de los pueblos prerromanos en Hispania gracias a una interesante cita del geógrafo Estrabón: “los habitantes de las sierras viven durante dos tercios del año de bellotas que secan y trituran y después muelen para hacer pan conservándolo largo tiempo”.

Los historiados romanos hablan del cultivo de trigo en Hispania que era destinado a la elaboración de pan, y algunas fuentes de la época señalan que durante el asedio de Escipión los celtíberos de Numancia bebían cerveza elaborada con cebada.

La trilogía mediterránea fue vital en el ámbito romano y dentro de ella el trigo se convirtió en el alimento por excelencia. Ceres, que en la religión romana es considerada protectora de la agricultura, es la diosa que da nombre al cereal.

El cultivo del olivo se extiende muy temprano por el Mediterráneo. Respecto al consumo de aceite hay que resaltar el orden de preferencias que ya se establece en la Grecia antigua; el aceite del primer prensado era destinado a la cocina, el del segundo utilizado como ungüento corporal y el aceite del tercero era convertido en combustible para la iluminación.

En el periodo republicano el vino llega a Hispania importado desde Italia, pero en época imperial los romanos extienden su cultivo por toda la Península Ibérica.

Pero claro, para transformar en alimento trigo, oliva y uva eran imprescindibles una serie de ingenios específicos tales como molinos, trujales y prensas, en cuya construcción fue imprescindible el gremio de moleros.

 EVOLUCIÓN DE LOS SISTEMAS DE MOLIENDA.

 Molino barquiforme.

Los primitivos sistemas de molienda fueron realizados probablemente sobre afloramientos rocosos próximos a los poblados. El poblado de Gurukperu (Cerro de Piedra), situado en el centro de la República de Benin, está coronado por una enorme formación de conglomerados detríticos, que durante miles de años utilizaron los nativos para moler semillas y cereal.
 

 

    
Localización geográfica de Benin.                         Sistema de molienda en el poblado Gurukperu.
 

 

El sistema que utilizó durante siglos la etnia baribá en Gurukperu puede servir de ejemplo para ilustrar los métodos empleados en los primeros asentamientos de la comarca de Moncalvillo, aunque suponemos que en esta zona de La Rioja tuvieron que recurrir a rocas cabalgadas al no existir formaciones geológicas de edad cretácica.      

En el Periodo Neolítico el hombre se vuelve sedentario; establece los primeros poblados, aprende a cultivar la tierra, y forma sus rebaños. En este largo periodo, que en la comarca de Moncalvillo se inicia hacia el VI milenio a.C., se generaliza el uso de un molino muy elemental acondicionado ya en el interior de las viviendas.

Consta este molino de una piedra sobre la que deposita el grano y otra más pequeña que servirá para molerlo rozando la primera. La piedra que acoge el grano tiene forma de barco y el movimiento que se ejerce durante la molienda, de atrás hacia a delante, es repetitivo; dos particularidades que decidirán su nombre: “molino barquiforme” y “molino de vaivén”.
 

 

                   
                                            Molino barquiforme.
 

 

El uso del molino barquiforme en los asentamientos de verano de las laderas y cumbres de Moncalvillo se ha documentado a través de varios hallazgos. En las ruinas de La Hermedaña, situadas a 1200 metros s.n.m., apareció un molino barquiforme, que sería abandonado probablemente por las gentes que habitaron el entorno de la fuente hace más de dos mil años. En época medieval, este primitivo molino sería utilizado para la construcción del santuario como un mampuesto más.

Otro ejemplar lo encontramos en la cara norte de Moncalvillo, a unos mil metros de altitud s.n.m., arrancado por las máquinas que construyeron un cortafuegos en la cara norte del monte. Pero lógicamente, este tipo de molinos son más frecuentes en el valle, asociados a los poblados de la Primera Edad del Hierro.

 Molino rotatorio manual.

Los celtíberos introdujeron en la comarca de Moncalvillo la técnica de la rotación y con ella un gran avance tecnológico. Su aplicación al torno alfarero permitió fabricar con mayor rapidez la cerámica de mesa y mejorar la calidad de las piezas fabricadas. 

La rotación se aplicó también a los sistemas de molienda, dura tarea que de manera general realizaban las mujeres y los niños del poblado. Las grandes ventajas del molino rotatorio favorecieron su implantación en la casa celtibérica, desplazando para siempre el “anticuado” molino barquiforme.

El molino rotatorio, conocido también como molino galo–romano, consta de dos piedras con forma circular: la meta y el catillus. La meta es la piedra bajera y fija y el catillus la muela móvil que girando sobre ella muele el cereal.

El catillus presenta un orificio central, de unos diez centímetros de diámetro por el que se introduce el grano, y otros orificios asimétricos, más pequeños, en los que se acoplan los mandos del molino. En general, estos mandos son palos incrustados que facilitan la rotación.

 En la ciudad de Numancia los arqueólogos documentaron hace años la presencia de dos molinos rotatorios en cada una de las viviendas; y estudios más recientes, realizados por Alicia Checa y sus colaboradores sobre los residuos orgánicos conservados en aquellos molinos, han demostrado que uno de ellos era utilizado para moler bellota y el otro para moler cereal.
 

 

                     
Ejemplo de un molino rotatorio manual
 

 

El uso del molino rotatorio manual se generalizó en todos los poblados celtibéricos de Moncalvillo, y pervivió en época romana en villas y ciudades. Pero Roma, introduce en Hispania dos nuevos sistemas, el molino de sangre y el molino hidráulico que conviven hasta la Edad Media con la técnica manual.  

Molino de sangre.  

La tecnología molinar fue evolucionando con un único objetivo: conseguir mayor producción de harina con un esfuerzo menor. La forma de conseguirlo era aumentar el tamaño de las muelas. 

El molino de sangre, así llamado por ser accionado por hombres o por bestias de tiro, fue una de las soluciones para conseguir mayor fuerza motriz.
 

 

                        
Dos modelos de molino de sangre
 

 

Son varias las referencias sobre el uso de este molino en la Antigüedad. En el Evangelio recoge San Mateo las palabras de Jesús: “Y el que reciba a un niño como este en mi nombre a mi me recibe. Pero el que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en el fondo del mar”.

El molino de sangre se extiende por Europa y permanece en uso hasta épocas recientes. En el siglo XVIII el Marqués de Casa Torre acondicionó un trujal de sangre en su palacio de Igea, y en pueblos como Muro de Aguas continúa utilizándose hasta el año 1950.

 Molino hidráulico.

Pero el gran avance tecnológico llegará con el aprovechamiento de la energía hidráulica. Los romanos, que habían perfeccionado algunas técnicas heredadas de los griegos y otros pueblos, dominan la técnica de la energía hidráulica desde épocas tempranas. Así explicaba el arquitecto Vitruvio el modo de construir el molino hidráulico:

 “Así mismo en los ríos se construyen ruedas de una manera semejante a las norias. En torno a su frente, se fijan unas paletas que cuando son impelidas por el ímpetu de la corriente del río hacen girar las ruedas. De la misma manera se mueven los molinos de agua que son en todo semejantes, excepto en que tienen en uno de los extremos del eje un tambor dentado que colocado verticalmente gira con la rueda”.

 “En la conexión con este tambor hay otro mayor; asimismo dentado y dispuesto horizontalmente, que forma cuerpo con la rueda. Así los dientes del tambor que está embutido en el eje, empujando los dientes del tambor horizontal, hacen girar la muela. En esta máquina, una tolva que está colgada suministra el trigo a las muelas y por efecto de esta misma rotación se va moliendo la harina”.
 

 

      
Exterioro de un molino de noria                                      Esquema de un molino hidráulico.
 

 

El uso del molino hidráulico se va generalizando a lo largo de la Edad Media y alcanza su máximo esplendor hacia el siglo XVI. En el año 1752 había en La Rioja 327 molinos hidráulicos activos.

 Molino de biela –manivela.

El profesor Georges Comet considera que el éxito del sistema biela – manivela se debe en buena parte al hecho de que una sola persona pudo manipular una muela con diámetro superior a la de los molinos rotatorios manuales y acelerar la rotación, aumentando de este modo el rendimiento de la molienda.

Su peculiar mecanismo puede tener su origen en los molinos rotativos de mango vertical largo, que remontan al siglo XII, aunque el desarrollo de su técnica se produce en Europa hacia el siglo XV.

En el año 2010, durante el estudio de las canteras de piedras de moler de la provincia de Soria, descubrimos en Cubo de la Sierra un molino de biela – manivela en perfecto estado de conservación.

 Nos limitamos a mostrar una imagen de este molino, ya que sus características generales pueden consultarse en la bibliografía que adjuntamos, y dos ilustraciones a modo comparativo: una realizada por Georges Comet en el año 1430 y otra por Taccola en 1449.
 

 

                  
              Representación de 1430          Molino de Cubo de la Sierra                      Representación de 1449
 

 

El ingeniero italiano Taccola lo considera “un molino muy útil en fortalezas y ciudadelas, que se acciona por un soldado a pie, por medio de una manivela con una cabeza de hierro”. Es denominado comúnmente “molino de mariposa”, debido probablemente al efecto que produce la manivela durante la rotación, comparable al aleteo de estos insectos.

En algunos pueblos de Soria se utilizaron estos molinos hasta mediados del siglo XX para moler el maíz destinado a los animales.

 CANTERAS DE PIEDRAS DE MOLINO DEL NORTE PENÍNSULAR.

 El molino y el oficio de molinero han sido fuente de inspiración para múltiples especialistas, aunque resulta sorprendente la escasa atención que han dedicado a la procedencia de las piedras de moler. De hecho, cuando en el año 2001 publicamos nuestro primer trabajo sobre las canteras del valle del Jubera, en La Rioja no se había escrito ni una sola línea desde el año 1850 que diría Pascual Madoz: “en el municipio de Robres del Castillo existe una hermosa cantera de piedra propia para molinos harineros y de aceite”.

Esta cita de Madoz fue precisamente la que nos animó a prospectar la jurisdicción de Robres del Castillo, donde descubrimos la veracidad de su noticia. Ampliamos la investigación a otros valles de La Rioja, y pocos meses después publicamos el primer mapa industrial asociado al gremio de moleros de esta Comunidad Autónoma.

 En las provincias de Soria y Burgos y en la Comunidad Foral de Navarra hemos realizado un trabajo similar, que ha permitido documentar más de ochenta canteras en las que se fabricaron piedras de moler.
 

 

            

   
Distribución de las canteras estudiadas por nosotros en La Rioja, Soria, Burgos y Navarra.
 

 

Las canteras del País Vasco y la Montaña de Navarra son estudiadas en la actualidad por Javier Castro Montoya, miembro activo del Departamento de Etnografía de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, cuyos extraordinarios resultados han elevado el anterior registro al centenar de canteras moleras en el norte peninsular.

 


Territorio estudiado en el norte peninsular.
 

 

Pero no vamos a extendernos sobre semejante catálogo industrial, nos limitaremos a mostrar una relación de las canteras estudiadas por nosotros en La Rioja, y un pequeño resumen de los métodos de trabajo más frecuentes que utilizaron los moleros para extraer y tallar las grandes muelas.

De todas las maneras, los interesados por este tema pueden ampliar la información consultando los artículos que se incluyen en el apartado bibliografía.

 

 

Municipio

Valle

Centro productor

Tipo de roca

Atlas  Meulieres

Aguilar 

Alhama

Contre. Leucade

Caliza

530

Almarza

Iregua

Tardiego

Conglomerado

222

Almarza

Iregua

P. San Agustin

Conglomerado

251

Arnedillo

Cidacos

Los Molares

Conglomerado

194

Grávalos

Linares

Los Molares

Micro – conglo.

203

Hornillos

Leza

Peña el Zorro

Conglomerado

363

Igea

Linares

Los Molares

Micro- conglo.

200

Islallana

Iregua

Las Planas

Canto de río

346

Jubera

Jubera

La Valleja

Micro – conglom

192

Jubera

Jubera

Peña Tejero

Conglomerado

198

Luezas

Leza

Los Molares

Conglomerado

212

Muro de Aguas

Linares

La Lobera

Conglomerado

204

Matute

Río Najerilla

Crispanas

Canto de río

545

Robres  Castillo

Jubera

Los Molares

Conglomerado

195

Robres Castillo

Jubera

La Viñaza

Conglomerado

199

Robres Castillo

Jubera

Valhondo

Conglomerado

205

S. Vicente Robre

Jubera

Las Majadillas

Conglomerado

189

S. Vicente Robre

Jubera

El Estornino

Conglomerado

197

Torrecilla

Iregua

Tardiego

Conglomerado

193

Villarroya

Linares

Los Molares

Micro – conglo.

202

Tabla de canteras de piedras de moler de La Rioja estudiadas por nosotros.
 

 

En las canteras riojanas se fabricaron preferentemente muelas para molinos harineros, con medidas que oscilaban entre 0,80 y 1,80 metros, y rodillos de trujal de 1 metro de diámetro y 0,40 metros de grosor.

Los principales pasos para fabricar una muela eran los siguientes. El molero traza sobre la roca madre el bloque circular que pretende extraer, pica la trinchera hasta conseguir una profundidad ligeramente superior al grueso de la muela, y desprende el bloque cilíndrico utilizando para ello cuñas de hierro, de madera o de madera reforzada con hierro. 

Este bloque discoidal era colocado en un lugar cómodo donde comenzaba la talla de la muela. Finalizada la cara superior, perfora la mitad del agujero central, da la vuelta a la muela y, una vez tallada la cara posterior, completa la perforación del agujero central u “ojo” de la muela.
 

 

     
     Traza                                   Picado de la trinchera                                    Talla de la muela
 

 

LOS MOLEROS DE MONCALVILLO.

Localización del yacimiento y épocas de su ocupación.

Los celtíberos que habitaron la comarca de Moncalvillo disponían de grandes espacios para desarrollar cómodamente sus actividades agropecuarias. Para establecer sus poblados eligieron preferentemente la proximidad de los ríos Iregua, Ebro y Najerilla y también algunos cerros estratégicos que les permitían dominar amplios territorios, como sucedió en el Cerro de Santa Ana, en Entrena.

 El poblado de Las Planas se localiza en la margen izquierda del río Iregua, sobre el actual pueblo de Islallana, dando vistas a Nalda.
 

 


Distribución de los poblados celtibéricos del entorno de Moncalvillo.
 

 

En las márgenes de las fincas y en los cantarrales próximos al poblado aparecen molinos barquiformes, que evocan una ocupación durante la Primera Edad del Hierro, y la cerámica elaborada a torno con decoraciones geométricas la continuidad del hábitat en época celtibérica. La ausencia de cerámica romana permite pensar que este poblado no alcanzó la romanización.
 

 

            
                 

 Vista panorámica del yacimiento de las Planas con Nalda al fondo.               Recreación del poblado molero      

 

Desgraciadamente, en este yacimiento se han realizado importantes movimientos de tierra para cambios de cultivo que han provocado la pérdida de importante información. A pesar de todo, el material recuperado permite demostrar que en este lugar se fabricaron molinos rotatorios manuales. 

 

               
Decoraciones geométricas de época celtibérica.
 

 

La fabricación de molinos manuales en el poblado de Las Planas. 

El molino barquiforme no exigía gran trabajo para su adaptación a la molienda del cereal; si la piedra elegida permitía la salida de la harina era utilizada tal y como llegó al poblado, y si había que modificarla se le realizaban pequeños retoques por golpeo.

En las imágenes siguientes mostramos dos molinos barquiformes. Uno fotografiado en el poblado de Las Planas, que no parece haber sufrido grandes modificaciones, el otro con evidentes signos de acondicionamiento por golpeo.
 

 

     
 

 

La fabricación de molinos rotatorios era algo más complicada. Tanto en época celtibérica como romana se utilizaron dos estrategias de trabajo, las producciones en cantera y la talla sobre materiales cabalgados.

 En el valle del Iregua hemos localizado vestigios de trabajos en cantera en el paraje de Tardiego, cuyas explotaciones se extienden por las jurisdicciones de Almarza y Torrecilla en Cameros. En concreto son bosquejos de molinos rotatorios manuales similares al que aquí mostramos.

 

 


Catillus de Torrecilla en Cameros - Almarza.
 

 

Se trata de un catillus fragmentado en el que se ha realizado la talla perimetral y el alisado de la cara de fricción. Puede verse también el agujero central sin finalizar de perforar, debido probablemente a que la pieza se fragmentó cuando el molero realizaba esta fase del trabajo.

En el yacimiento de Las Planas se utilizó una técnica diferente y prácticamente desconocida en el ámbito de la investigación, la talla sobre rocas cabalgadas o canto rodado. Hemos seleccionado varios ejemplares para ilustrar los pasos que da el molero al fabricar un molino rotatorio completo sobre materiales cabalgados.

 La fabricación del catillus o muela giratoria comienza con la talla perimetral, tal y como vemos en el bosquejo número uno. Continúa con el alisado de la cara de ficción, que en el meta 2 aparece rugosa por estar sin terminar, y finaliza con la perforación del agujero central.

 

 

        
Catillus 1                                                                   Catillus 2
Bosquejos de muela procedentes del yacimiento celtibérico de Las Planas.
 

 

La técnica utilizada para perforar el catillus puede ayudar a conocer la época industrial. Perforar el agujero central desde una sola cara de la muela demuestra poca destreza ya que aumenta el riesgo de fragmentación de la pieza, como sucedió a los moleros de Tardiego y Las Planas.

 Pero la técnica evoluciona. Un catillus localizado en una villa romana del valle del Jubera nos muestra una perforación más avanzada. En este ejemplar, el molero perfora el agujero central de la muela picando de manera alternativa las dos caras, reduciendo de este modo el riesgo de fragmentación.

 

 

      
Cara superior y cara de ficción de un catillus localizado en el valle del Jubera.
 

 

La talla de la meta o muela fija era menos peligrosa respecto a una posible fragmentación. El canto rodado seleccionado debe aproximarse a un bloque cilíndrico. Sobre él, se talla una de las caras que servirá de base a la muela durante el proceso de fabricación, y se realiza a continuación la talla perimetral (meta 1) y la de la cara superior (meta 2).

El paso siguiente consiste en practicar una pequeña incisión en la cara superior del bloque cilíndrico (meta 3) que servirá de referencia al molero durante el desbastado de la muela tal y como vemos en el ejemplar meta 4.

 

 

      
Meta 1                                                                  Meta 2
 

 

                 
Meta 3                                                                  Meta 4

 


El resto del trabajo consiste en ensamblar los mandos del molino a base de mangos de madera y otros sistemas metálicos que facilitarán la tarea de moler. En la figura siguiente vemos un molino rotatorio terminado con el orificio asimétrico en el que se colocará el mango del molino y a su derecha molino rotatorio manual en pleno funcionamiento. 

 

        
 

 

CLAVES PARA UN PROYECTO.

El yacimiento celtibérico de Las Planas lo dio a conocer Jesús Ruiz Belaustegui en el año 1996 en su libro “Islallana mi pueblo”. Así transcurría la vida en el poblado para este autor: 

“Estos primitivos habitantes de Islallana viven en un lugar soleado y cerca del agua del barranco La Modorra y del Iregua; posteriormente con la llegada de los romanos, posiblemente siguieron aferrados a sus cultivos y a sus cazas y rebaños. No se puede determinar el número de habitantes que formaba esta comunidad, pero las piedras de molino aparecidas en este término, parece que se trata de un poblado muy identificado con el pan, viviendo a plena satisfacción de sus cultivos y sus cazas”.

 Lo que no imaginábamos en aquel momento es que los molinos que arrancaba el arado habían sido fabricados por los moleros del poblado hacía más de dos mil años; el descubrimiento se producirá algún tiempo después. 

No son muy frecuentes los yacimientos con vestigios asociados a la fabricación de molinos rotatorios manuales, lo que convierte al enclave de Las Planas en un bien patrimonial de interés arqueológico, etnográfico e histórico, y por tanto en un enclave a proteger.

 Una posible iniciativa sería rescatar de las escombreras un conjunto de piezas que completen el proceso de fabricación de los primitivos sistemas de molienda y con las correspondientes ilustraciones que recreen la vida del poblado crear un “mini museo itinerante” que podría recorrer los pueblos que lo soliciten.

 Pensemos, por ejemplo, en la Feria de maquinaria agrícola de Daroca. La exposición presenta una oferta tecnológica con aperos asociados al animal de tiro y otros sistemas mecanizados que evolucionan hasta los modernos modelos de tractor.

 Pues bien, teniendo en cuenta la relación histórica entre tecnología y alimentación, de la que ya hemos hablado, nos surge la pregunta: ¿tendría sentido incorporar a la exposición de Daroca un espacio dedicado al proceso de fabricación del molino barquiforme y del molino rotatorio manual?

 Pero la feria de Daroca es un simple ejemplo. Una muestra sobre los orígenes y evolución de la tecnología molinar es lo suficientemente atractiva por sí sola como para darla a conocer en todos los pueblos de Moncalvillo, bien para enriquecer las semanas culturales que organizan diferentes colectivos, o como un complemento a otras actividades de las muchas que promueven ayuntamientos y asociaciones culturales. 


 

 

 

BIBLIOGRAFÍA.

 BELAUSTEGUI RUIZ, JESÚS. Islallana, mi pueblo, LR. 1996.

 BLAZQUEZ, J.M. Economía de la Hispania romana, Valladolid, 1978.

 CHECA, Alicia; et allii. "Molienda y economía doméstica en Numancia". IV Simposio sobre celtíberos. Economía. Zaragoza, 1999. 

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico - estadístico- histórico de España y sus posesiones de ultramar, 1851 (reprint Logroño 1985).

 MARTÍN SOLANAS, ALBERTO. “Molinos hidráulicos de La Rioja en el siglo XVIII”, Los molinos: cultura y tecnología, Logroño, 1989.

 MARTÍNEZ PÉREZ, et allii. “Trujal de sangre del palacio del Marqués de Casatorre en la villa de Igea (La Rioja)”, Revista Murciana de Antropología, nº 7, Murcia, 2001. 

MOLEROS DEL NORTE DE ESPAÑA. Pulsando aquí puede consultarse nuestra bibliografía sobre canteras de piedras de molino y el atlas europeo - meulieres.eu - compuesto por más de seiscientos centros productores de muelas, y entre ellos los ochenta yacimientos estudiados por nosotros en La Rioja, Navarra, País Vasco, Soria y Burgos.

 MONTANARI, MÁXIMO; et allii. Problemas actuales de la historia, Salamanca, 1993.

 VITRUVIO. Los diez libros de arquitectura, Barcelona, 1986.

 
 

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