Un retablo para La Hermedaña.
Pedro García Ruiz - Luís Argaiz Velasco.


INTRODUCCIÓN.

Las romerías a La Hermedaña vienen desarrollándose en un envidiable clima de hermandad que mejora cada año gracias a las aportaciones de las asociaciones culturales y los ayuntamientos de la comarca de Moncalvillo.

En el ámbito culinario hay que destacar el variopinto menú que aportan los romeros en cada celebración, compuesto entre otros ricos manjares por exquisitos hojaldres de Nalda, el fresquito zurracapote de Sorzano, frutas de Medrano y pastas artesanas que ofrecen los romeros de Entrena.

Todos estos presentes tienen gran aceptación y si alguien los rechaza es porque su estómago presenta signos de saturación.

El reparto de estas variadas delicias evoca la antigua Fiesta de la Caridad que desde época medieval ofrecía a los presentes el pueblo de Viguera.

Pero no todo es gastronomía en esta jornada montañera. Los gaiteros de Navarrete, por ejemplo, alegraron la mañana en varias ocasiones, como también lo hicieron los danzadores de Sorzano o el colectivo ecuatoriano de Sotés. Los primeros con alegres notas del folklore tradicional riojano; los segundos con danzas que Sorzano dedica a la Virgen de La Hermedaña y los terceros con unos vistosos bailes de su país.

Por su parte, el coro de Sojuela mantiene viva una vieja canción dedicada a La Hermedaña, la cual llegó a nuestros días gracias a la tradición oral, recordando con sus voces las repetitivas melodías del folklore medieval.

Pues bien, este espíritu de colaboración es el que nos ha animado a  los autores de este nuevo cuaderno a “construir” este singular retablo, con el que pretendemos realzar las viejas y castigadas ruinas del santuario y reforzar el espíritu colectivo.

EL RETABLO DE LA HERMEDAÑA.

En origen, los retablos de las iglesias cristianas fueron creados para ayudar a los fieles a comprender, a través de la imaginería, la vida y misterios de Jesús, la Virgen y los santos, pues la inmensa mayoría no sabía leer ni escribir y la Misa era celebrada en latín, idioma que solamente entendía el sacerdote oficiante.

En la ermita de San Esteban de Viguera tenemos un ejemplo pictórico de los primeros templos cristianos, cuyas representaciones evocan la última cena, los ancianos del apocalipsis, los apóstoles y otras interesantes escenas que pueden consultarse en el número 21 de la colección Historias de Moncalvillo, titulado “La ermita de San Esteban (1953 – 2014)”.

Desde aquellos primitivos modelos decorativos los retablos fueron evolucionando a estructuras más señoriales, compuestas en general por conjuntos escultóricos tallados por grandes artistas y acabados con vistosos baños de pan de oro.

No es nuestro cometido explicar aquí la estructura y distribución de los retablos cristianos, aunque no estará de más comentar lo más elemental: los cuerpos son las secciones horizontales, separadas por molduras como los cuadros, y las calles las secciones verticales.

El retablo que aquí presentamos pertenece al grupo de los trípticos; es por tanto una especie de “libro abierto” que ofrece el siguiente mensaje:

En el ático nos muestra la cara norte de Moncalvillo y sobre la cumbre un texto del teólogo Leon Dufour, que debido a la dificultad que representa el tamaño de la letra vamos a reproducir aquí:

En la mayoría de las religiones la montaña, probablemente a causa de la elevación y del misterio que las rodea, es considerada como punto en el que el cielo toca la tierra. Cada país tiene su montaña santa, allí donde fue creado el mundo, donde habitan los dioses, de donde viene la salvación”.

En el centro de la calle aparece la fachada exterior de La Hermedaña con los símbolos de culto en este lugar: el agua, como elemento de culto pre-cristiano y cristiano, y la Aparecida que, al ser hallada por un pastor en el hueco de un acebo próximo a la fuente determinó la ubicación del templo cristiano en este lugar.

Y en la base, una fotografía que recuerda la recuperación de las romerías en el año 2003 por iniciativa del Grupo Hermedaña.

El cuerpo inferior del retablo quiere recordar a gaiteros, danzadores, poetas y joteros que alegran cada año las romerías, y también a los voluntarios que trabajaron y siguen trabajando en el acondicionamiento de las ruinas y de otros elementos del patrimonio material e inmaterial de la comarca de Moncalvillo.

Y en el cuerpo central y el superior hemos representado unos cuantos recursos del monte. Son los bienes naturales que inspiraron el culto religioso: leña de hogar, carbón vegetal, pastos ganaderos o la recolección de nieve.

Para entender mejor la idea que pretende transmitir este retablo hemos creado la canción que cierra este cuadernillo. Habla de todos estos aprovechamientos que son en su conjunto los que constituyen el “tesoro forestal” de Moncalvillo.

Y cuenta también la canción como fueron surgiendo estructuras medievales como las Siete Villas de Campo, relacionadas ya en época Altomedieval con el Señorío de Almoravit, cuyo castillo, propiedad de Teresa de Almoravit, estuvo situado en lo alto del Cerro Castillejo de Daroca de Rioja; y cita también a las Villas del Iregua, cuya función era proteger y defender los derechos que sobre estos bienes naturales tenían los pueblos de Moncalvillo agrupados en ambas mancomunidades.

Para su presentación hemos tomado prestada del folklore popular una melodía muy conocida y por tanto fácil de memorizar y de cantar, a la que fuimos adaptando estrofas las tardes de más calor del verano de 2016.

 


Retablo de la Hermedaña


Para escuchar la canción pulsar aquí.


LETRA DE LA CANCIÓN “UN RETABLO PARA LA HERMEDAÑA”

 

Las riquezas del gran Moncalvillo / compartidas en la Antigüedad.

Son motivo de grandes conflictos / desde época Altomedieval.

El control de monarcas y nobles / sobre el gran tesoro forestal.

Obligó a villas y poblados / a agruparse en Mancomunidad.

 

Instrumentos varios.

 

Comenzaron las Villas de Campo / Tormenal y Velilla de Rad.

Navarrete, Hornos y Medrano / Fuenmayor, Entrena, Sojuela.

Las Villas del Iregua agrupaban / Castañares, Sorzano y Nalda,

Islallana y la gran Viguera / con Panzares y otras aldeas.

 

Instrumentos varios.

 

Pastos, agua, derechos de caza / madera de obra y leña de hogar,

Pozos de nieve para el estío / corta de helechos, carbón vegetal.

Eran derechos de todos los pueblos / eran recursos por los que pelear,

Y como eran bienes naturales / surgió con ellos un culto ancestral.

 

Instrumentos varios.

 

Una fuente el altar primitivo / un santuario cristiano después,

Ambos templos hoy son recordados / de Viguera hasta Manjarrés.

Ermita y fuente de La Hermedaña / contadnos cosas de ese bello lugar,

Como sellaban los pueblos sus pactos / como celebraban La Caridad.

 

Instrumentos varios.


COMENTARIOS FINALES.

El cantor no cuenta con buena voz pues sufrió hace años una seria intervención que afectó de manera importante su laringe, pero pretende haceros llegar la melodía pues la idea, o quizás lo deseable, sería formar un coro en el que participe el mayor número posible de “cantores, músicos y aficionados” de los pueblos de Moncalvillo.

Y si la formación de este grupo no sería posible (aunque suponemos que más de uno tarareará la melodía mientras conduce o realiza sus trabajos cotidianos, en el campo, en la casa o en el taller) pues ahí queda un nuevo cuaderno de la colección Historias de Moncalvillo.

En este punto final queremos agradecer a Marina y Martina su gran aportación a través de las melodías que nos regalan a través de la armónica. 


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