Se despide el actual “Santero” de La Hermedaña:

Nos deja D. Hilario Pascual González.

Miguel Ángel Pascual Mayoral y Luis Argaiz Velasco.
 


El pasado día cinco de diciembre de dos mil dieciocho fallecía Hilario Pascual González, uno de los fundadores del “Grupo Hermedaña”.

Hilario en la iglesia de Hornos en el homenaje que le dedicó el Grupo Hermedaña.



Poco antes, en el mes de agosto, se le tributó un pequeño homenaje en Hornos de Moncalvillo, su pueblo natal, por parte de dicho grupo, que, además, le acababa de nombrar “santero” para este periodo 2018 – 2019.

En el momento de su fallecimiento tenía escrito en su ordenador el texto que había preparado para escribir en el Libro de La Hermedaña. Contaba con dos partes:

 PRIMERA:

Constitución sinodal (año 1698, edición 1700, página 603). En la que se prohíbe hacer procesiones a ermitas o iglesias que estén tan alejadas de la población que los participantes en ellas no puedan estar de vuelta antes del medio día, debido a los graves inconvenientes que en ellas se producen. Las penas son graves: Excomunión mayor y mil maravedís de multa para el cura y beneficiados que salieran con la cruz y fueran a la dicha procesión. Solo una excepción:

“En caso de peste o gran sequía se puede ir a una ermita donde hubiera algún cuerpo de santo aunque esté distante del pueblo, porque en semejantes aprietos y necesidades, confiamos que todos irán con devoción y cesarán los inconvenientes que arriba quedan referidos”.

El Ayuntamiento de Sorzano pide que no rija dicha prohibición para la que dicho pueblo hace a la ermita de “Nuestra Señora de La Armedaña, por haber experimentado buenos sucesos con esta devoción de la Divina Majestad”. 


Ruinas de La Hermedaña y simbología del culto: La Aparecida y el agua
 


Debido a la orden, el Cabildo rehúsa su asistencia a dicha procesión, a pesar de que se sale de mañana y vuelve de día, “saliendo y entrando procesionalmente y con toda decencia y compostura como siempre se ha ejecutado”.

Desde el Obispado delegan al párroco de Sorzano para informe sobre la procesión: Si se hace o no con toda decencia y si al hacerla se seguiría algún inconveniente.

El informe del párroco es favorable: Se va con toda modestia y decencia y no ve inconveniente alguno, “por la devoción con que todos los años deben frecuentar esta sagrada Imagen y los buenos sucesos que se prometen en esta procesión”.

Finalmente, desde Logroño y con fecha del 23 de abril de 1707, el Vicario General y Provisor diocesano la autoriza.

SEGUNDA:

El texto que había preparado D. Hilario y que copiamos íntegramente.
 

Libro “Segundo” de La Hermedaña y su “aparición” tras la pérdida del “Libro Primero”.
 

Hornos de Moncalvillo. Año 2018 – 2019.

“El día 11 de agosto, segundo sábado del mes de agosto del año 2018 se entregaba en Hornos la llave de la Ermita de Nuestra Señora de La Hermedaña para custodiarla durante el periodo 2018 – 2019.

Con esto, los de Hornos quedábamos constituidos en “Santeros” de la Ermita.
 

XV Romería a La Hermedaña: Grupo de vecinos de Hornos que recogieron la llave de La Hermedaña para entregársela a Hilario en la Iglesia del pueblo.
 

Como ahora la ermita es solo unas ruinas, por muy hermosas y venerables que sean y la llave y la puerta son solo simbólicas, también los “Santeros” serán lo mismo, aunque el servicio deba hacerse con todo el cariño y la capacidad de que se disponga.

Este cariño y este interés se han puesto en evidencia desde que, hace ya bastantes años, los pueblos que le dábamos vida acudiendo año tras año a dar culto a la “Aparecida”, con arto dolor de nuestros corazones se vieron obligados a abandonarla y felices circunstancias nos llevaron a recordar que aquí, en la cumbre que tantas veces cada día miraban nuestros ojos para calcular la hora y el tiempo, estaba el “tesoro” que, como había hecho siempre, iba a llenar nuestra vida de “felices sucesos”.

¡Qué agradecidos debemos estar a quienes dijeron “Lo hacemos”! Esto se manifestó al principio cuando el primer grupo de limpieza, en vez de decir: “Esto es imposible” y marcharse, cortó la primera mata y dijo: “Lo limpiamos”. Y se manifiesta cada año cuando va a llegar el segundo sábado de agosto y los voluntarios sudan la cuesta y preparan el bendito lugar para que el encuentro sea tan agradable como lo fue el año anterior.
 


Hilario, Goyo, Pilar, Xavi y varios jóvenes de un Campo Internacional de Trabajo retirando la raíz de un gran avellano nacido junto al altar de La Hermedaña.
 

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Te despiertas… Imponente soledad.

¿Dónde estoy? ¿Qué es esto?

Por aquí pasaron los soldados que iban a ajustar cuentas con los moros de Viguera. Rodilla en tierra decían la vieja plegaria: “¡Señora: remédianos!”.

O los pobres que se ponían de nuevo en camino con la paz en el corazón y el corrusco en el estómago y la esperanza de pensar: “Alguien nos ha escuchado y alguien nos va a ayudar”.

Aquí se hospedaría el Rey D. García, “el de Nájera”, cuando venía al Moncalvillo a cazar, como aquél día en que varios perros se le escaparon a los monteros y llegó la noche sin que dieran con ellos. “Mañana cuando amanezca, vendremos a por ellos”, dijo el Montero Mayor. Y se bajaron todos a Nájera.

Caída la noche, un grupito de hombres, precisamente de Hornos, bajaban de Nieva, donde habían comprado un buey.

Los perros, que andaban desorientados, les ladraron y, luego, se les acercaron con miedo. Los hombres los recogieron y, sospechando de quienes eran, los llevaron al rey.

El Montero Mayor, agradecido, les obsequió con media hogaza de pan y un jarro de vino y los presentó al rey, que les preguntó quienes eran, de donde, que hacían por el monte, etc. Y como le parecieron buena gente, les dio para ellos y sus sucesores el título de hidalgos.

Aquellos hombres eran de la familia Pascual, de Hornos. Y el Tío Justo terminaba diciendo: “Son nuestros antepasados y nosotros tenemos el título de hidalgos, que, por cierto, no nos sirve para nada”.

Cuando cuento esto, ya sé que antes de salir de mi boca hay montones de sabios que me están diciendo:” ¡Que no eran de Hornos, ni eso pasó en el Moncalvillo: ¡Que eran los López y los perros estaban en los Montes de Oca!”.

Pues les agradecemos la información, los felicito y me quedo con el relato del Tío Justo, porque los de Montes de Oca habrán estudiado más; pero más honesto, más amigo de la verdad y más leal que el Tío Justo, no hay nadie. Y mejor gusto que el Rey de Nájera, si se vino por La Hermedaña, no tiene ninguno.

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Pasaban, sobre todo, los pobladores de las riberas del Najerilla y del Iregua en una u otra dirección con los productos de sus tierras y de sus cuadras, que, bien repartidos, permitían a unos y otros vivir bien rollizos gracias a la dieta mediterránea.

Ellos tenían al día al santero de todo lo bueno y lo malo que acontecía en aquél hermosísimo rincón de la tierra, mucho más hermoso cuando la espada y las lanzas y los arcos y las flechas se oxidaban aburridos, colgados en la pared.

En La Hermedaña, los trajineros que pasaban solo encontraban paz. Hasta los moros “se descubrían” al pasar ante la puerta y los cristianos entraban y saludaban a la Señora y todos seguían con más Paz en el corazón.

A falta de santero, ahora nos cuentan todo esto los árboles, las piedras, las nubes y el viento y los pájaros, los corzos, los jabalíes y demás animales que viven en este paraíso.

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Texto manuscrito del Libro “Segundo” de La Hermedaña con las reflexiones de D. Hilario Pascual González.
 

Está cayendo la tarde y el viento que viene del valle del Ebro barre con potencia las copas de los árboles y nos invita a bajar a la cómoda, merecida y “holgazana” bonanza del valle.

Como no sabemos si volveremos a subir, hacemos una honda y breve reflexión de despedida.

Nos llevamos la nostalgia de que la Virgen de la Hermedaña, no está y el compromiso del santero de que, con la ayuda de Dios y Santa María, estará para el año que viene.

Y, por si esto parece difícil, queremos dejar un recuerdo: La primera vez que vinimos, el espacio de la ermita era un bardal impenetrable, con una docena de árboles “del terreno” que luchaban por sobrevivir apretados entre los matorrales.

El primer milagro fue que, en vez de agachar la cabeza y marcharse acobardados (y acobardadas) dijisteis: “¡Esto lo salvamos nosotros!”.

Luego vinieron las jornadas de trabajo en las que el menos esfuerzo era dominar el repecho final, que solo se podía subir cantando:

“Cuando de mi Patrona
Voy a la Ermita
Se me hace cuesta abajo
La cuesta arriba”
. 

La historia de la recuperación de La Hermedaña (aunque sólo se hiciera lo que ya se ha hecho) es una de las páginas más bellas de la historia de La Rioja, donde tanto hay que llorar las piedras cargadas de historia que la incultura y la dejadez de los responsables han convertido en tristes lápidas mortuorias”.
 

Vista actual de los muros de La Hermedaña tras el abandono institucional.

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Hasta aquí, el “Texto oficial” escrito por D. Hilario. Pero quiero terminar con dos pequeños textos que podrían servir de testamento suyo en lo que respecta a la Asociación.

EL PRIMERO es suyo. Forma parte del borrador preparatorio a lo escrito anteriormente. Dice así:

“Esta circunstancia (su elección de santero) alegre de unos ojos y oídos especiales para subir a los muros venerables, sentarse con paz y escuchar lo que dicen el agua, las piedras, los árboles, el viento e intentar que se abra el secreto y sepamos cuando empezó aquello y lo que fue sucediendo allí a lo largo de los siglos. Todo allí guarda mensajes, historias, secretos que, tal vez, nunca lleguemos a descubrir. Seguir buscando en todas partes lo que se ha escrito de ella”.

EL SEGUNDO es un artículo firmado por Pedro García Ruiz y publicado en la revista “El Arco la Villa”, nº 49, agosto del 2018, en Nalda. Explicando los motivos que han llevado a la Asociación a hacerle el homenaje del mes de agosto termina:

“Hilario fue el primer conferenciante en las ruinas de La Hermedaña. Aquel año nos habló de la importancia de conservar la memoria de aquellos tiempos pasados y la conveniencia de mantener las tradicionales romerías. Es, por tanto, merecedor de este homenaje que esperamos celebrar el próximo 11 de agosto”.

Redactado el día 6 de enero de 2019.
 


Primera conferencia en La Hermedaña. Ponente Hilario Pascual González.
 

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