El hospital de peregrinos del Alto de San Antón.

Pilar Pascual Mayoral; Luis Argaiz Velasco; Pedro García Ruiz.


INTRODUCCIÓN.

Las peregrinaciones a Compostela comienzan en el siglo IX a raíz del descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago.

En aquellos tiempos, la comarca de Moncalvillo estaba controlada por los árabes y los peregrinos atravesaban tierras alavesas para evitar sorpresas peligrosas, como evocaba Gonzalo de Berceo: “Eran los Moros muy vecinos / no osaban los hombres andar por los caminos”.

En el año 923 los castillos de Nájera y Viguera son reconquistados por Sancho Garcés I y Ordoño II y el entorno de Moncalvillo se convierte en un territorio seguro por el que se puede transitar sin la menor preocupación, una prueba de esta nueva situación es la visita al Monasterio de San Martín de Albelda del primer peregrino documentado en la Comunidad riojana.

Se trata del prelado Gotescalco, obispo de Anicum (hoy Lepuy–en–Velay) región francesa de Aquitania, quien llega en el año 950 al cenobio albeldense y encarga al monje Gomesano una copia del libro de San Ildefonso, sobre la perpetua virginidad de María Santísima.

Gotescalco continúa su viaje a Santiago de Compostela siguiendo probablemente el actual Camino de los Arrieros, que en el siglo X comunicaba los enclaves de Nájera y Viguera, o por la vía romana de Italia in Hispania trazada a los pies de Moncalvillo entre las mansiones de Vareia (Varea) y Tritium Magallum (Tricio).

En el siglo XI se producen algunos acontecimientos que van a beneficiar a los pueblos de Moncalvillo. Alfonso VI sitúa la frontera de Castilla en el río Ebro y construye a continuación el puente de Logroño que va a convertirse en jalón principal del Camino de Santiago entre Pamplona y Nájera.

La nueva ruta jacobea quedará consolidada con la fundación de Navarrete y el Hospital de peregrinos de San Juan de Acre, en el siglo XII.

                                 
        Puente primitivo de Logroño sobre el río Ebro. Crédito: Mellado, 1845.                                              Iglesia de San Juan de Acre.  
                                                                                                                                                           Crédito: Valentín Carderera.
 

Los reyes navarros y castellanos jugaron un papel relevante en la dinamización de las peregrinaciones a Compostela, facilitando el establecimiento de los monjes cluniacenses, fundando monasterios y apoyando los ya fundados.

En los siglos XI y XII las peregrinaciones se masifican y surgen a lo largo del Camino múltiples hospitales, que son atendidos principalmente por Órdenes Hospitalarias, Religiosas y Militares. Solamente en el tramo Logroño - Nájera fueron construidos al menos catorce centros hospitalarios.

Es evidente que las razones espirituales fueron el motor principal de la peregrinación, pero también eran muchos los peregrinos que partían hacia Santiago con la esperanza de que el Apóstol curase su enfermedad; como señala Julio Valdeón “las gentes que vivieron en la Edad Media pensaban que lo natural, tanto la salud como la enfermedad, dependía de lo sobrenatural que lo impregnaba y penetraba todo”.

Por su parte el doctor Baltar Domínguez describía una medicina medieval “en profunda crisis científica y profesional que supieron aprovechar hábilmente charlatanes, embusteros, astrólogos y aventureros, en medio de un periodo de exaltación de las reliquias de los santos”.

Este sería a grandes rasgos el contexto en el que se movía el peregrino medieval. Un duro Camino para el peregrino sano y mucho más difícil para aquellos que además tenían que “cargar” con el terrible peso de la enfermedad.

Las gentes del Medievo que habitaban cerca de la ruta jacobea eran hospitalarias, y los monasterios, conventos y hospitales contaban con recintos acondicionados para el descanso del peregrino y remedios medicinales para alivio de sus dolencias.

Pero todos los enfermos no eran iguales. La lepra es considerada la “plaga” por excelencia, una enfermedad maldita. Y como era contagiosa, el enfermo de lepra estaba sometido a unas normas de vida estrictas para evitar la propagación de la enfermedad en la comunidad. Así lo recogía el Levítico:

“El afectado de lepra llevará los vestidos rasgados y desgreñada la cabeza, se cubrirá hasta el bigote e irá gritando: “impuro, impuro”. Todo el tiempo que dure la llaga, quedará impuro. Es impuro y habitará solo, fuera del campamento tendrá su morada”.

La única esperanza la encontrará en el ámbito cristiano. En el mundo cristiano el leproso no es un maldito del que todo el mundo se aparta, es la imagen y el signo de Jesús ¡Servir a los enfermos es servir al Señor mismo!

De aquellos desprotegidos peregrinos se ocuparon algunos hospitales con advocación a San Lázaro y la Magdalena y muy especialmente los dependientes de la Orden de San Antón, a ella dedicamos el nuevo tema de Historias de Moncalvillo.

LOS ORÍGENES DE LA ORDEN DE SAN ANTÓN.

La población de una amplia región centroeuropea se enfrentaba en el siglo XI a una enfermedad desconocida, denominada según lugares “fuego sacro”, “mal de los ardientes” y “fuego de San Antón”.

Con síntomas similares a la lepra, en su fase más avanzada esta extraña enfermedad era concebida como un castigo divino, al desconocer que la provocaba la ingestión de harina de centeno contaminada de cornezuelo, un hongo parásito que envenenaba la sangre. Sus terribles síntomas quedaron recogidos por el monje Sigeberto en la Abadía de Grembloux:

“Fue un año de epidemias, de manera especial en el oeste de Lorena, donde a muchos el fuego sagrado les consumía las entrañas, les pudría los miembros, que se volvían negros como carbón. O morían de modo miserable, o bien arrastraban una vida miserable, después de que se les desprendieran las manos y los pies en estado de putrefacción. Muchos eran víctimas de espasmos nerviosos”.

Los afectados recurrían a monasterios y hospitales buscando curación. San Antonio Abad era un santo taumaturgo y su fama, conocida de Oriente a Occidente por la Vita Antonii, se vio incrementada en el siglo XI con la curación milagrosa de Guerin, miembro de una importante familia de la nobleza francesa.

Como las reliquias de San Antón estaban depositadas en la iglesia de Montmajourt, cerca de la ciudad francesa de Vienne, los peregrinos enfermos del “mal de los ardientes” acudían a ella buscando curación y la población de la zona decidió socorrerles de manera voluntaria.

Un grupo de laicos con conocimientos médicos habilitó una casa junto a la Iglesia que albergaba las reliquias de San Antón y comenzó a atender a los enfermos.

Esta primera casa era conocida como Casa de los Pobres y los enfermeros que la atendían Hermanos de los Pobres y Hermanos de la Limosna. Poco tiempo después, los voluntarios levantaron el Hospital de los Desmembrados en el que realizaban operaciones quirúrgicas importantes, como la amputación de manos y piernas tratando de evitar la expansión de la gangrena.

Ricardo Ollaquindia publica el documento que dejó un experto cirujano de apellido Barthomé, con las técnicas de las amputaciones y del brebaje que utilizaban estos hombres para anestesiar a los enfermos gangrenados:

“El paciente estaba sentado en una silla y era sujetado a ella por los ayudantes. Le ponían un velo sobre el rostro. Le hacían tomar un preparado a base de opio, morelle, jusquiame y mandrágora, bien líquido, y muy fuerte. Le ponían en la boca una esponja humedecida con agua de vinagre y un trozo de cuero para que apretase los dientes, y cuando el enfermo perdía el conocimiento el cirujano cogía la sierra que estaba depositada en el brasero”.


Amputación de miembros. Crédito: British Libray.
 

Durante la recuperación el enfermo era tratado con hierbas medicinales y una alimentación sana, a base de buen pan elaborado con harina no contaminada y buena carne de cerdo.

La Casa de los Pobres donde atendían a los enfermos del “fuego de San Antón” se convirtió en Abadía; el Papa Gregorio IX permitió a la Hermandad construir el primer cementerio propio, y el 15 de febrero de 1245 Inocencio IV les situó bajo su protección.

Dos años después, son autorizados a construir un convento donde vivirán bajo la regla de San Agustín. Había nacido así la Orden de San Antón.

LOS ANTONIANOS EN ESPAÑA.

La Orden de San Antón se extiende rápidamente favorecida por algunos privilegios como la exención de tributos y otros derechos de cuestación, y para el siglo XV los Antonianos cuentan con más de 370 centros de hospitalidad distribuidos por las principales rutas de peregrinación europeas.

Llegan a España en el año 1147 y fundan su primer convento en las proximidades de Castrogeriz, favorecidos por Alfonso VIII. El convento de Castrogeriz se convierte en la Encomienda Mayor de la Orden y desde ella dirigirán su expansión por toda la geografía española.
 


Ruinas del convento de San Antón de Castrojeriz junto al Camino de Santiago.
 

LOS ANTONIANOS EN EL CAMINO JACOBEO DEL EBRO.

Los Antonianos fundan varias Casas y Conventos a lo largo del Camino Jacobeo del Ebro. Las de Barcelona, Lérida y Zaragoza dependían de la Encomienda Mayor de Castrogeriz y poco antes de llegar a La Rioja construyen en Tudela un convento adscrito a la Encomienda Mayor de Olite.

Desde el convento de Tudela continuaban los peregrinos aguas arriba del Ebro hasta alcanzar la puerta de Castilla, junto a la Iglesia de San Juan de Alfaro, donde levantarán el único convento Antoniano documentado en La Rioja.

LOS ANTONIANOS EN EL CAMINO DE SANTIAGO “FRANCÉS”.

A partir de Roncesvalles el primer establecimiento Antoniano se encontraba a las afueras de Pamplona, en un paraje donde los pamploneses celebraban la Fiesta de San Antón.

En el año 1571 son expropiados los terrenos donde se encontraba este convento para construir la Ciudadela de Pamplona, pero gracias a Felipe II la capilla de San Antón fue salvada de la demolición y reconvertida en parroquia castrense.

En La Rioja, los vestigios Antonianos desaparecen en el Camino Francés hasta llegar el Alto de San Antón, donde el peregrino divisaba la ciudad de Nájera. En este lugar existió un centro hospitalario construido probablemente por la Orden de San Antón.

DISTINTIVOS Y SÍMBOLOS DE LA ORDEN DE SAN ANTÓN.

El escudo.

El escudo con águila imperial bicéfala y Tau en el pecho del águila le es concedido a la Orden de San Antón por el emperador Maximiliano I, en el año 1500.

Suponemos que todos los conventos Antonianos tenían su escudo en algún recinto de la Orden, pero de momento solo conocemos el que conservan las Hermanas Clarisas, cuyo convento fue hasta 1804 Encomienda de los Antonianos en Olite.  
 


Escudo de la Orden de San Antón de Olite.
 

La Tau.

El signo Tau aparece muy temprano en la iconografía religiosa de la Comunidad riojana. En los marfiles que decoran el Arca de San Millán se representa en cinco ocasiones el báculo del Santo en forma de Tau.
 

              
Escenas del Santo con báculo en Tau. Marfiles del Arca de San Millán.
 

También en la miniatura de los cautivos está representado Santo Domingo con báculo en Tau, y Gonzalo de Berceo la cita varias veces en la obra Del Sacrificio de la Misa:
 

 

Estrofa 149.

Celébrasse la su pascua 
pueblo de Israel,
Assado lo comiesen 
non cocho, el añel;
Feziessen de la sangne 
Täú con un pincel, 
Non passare la puerta  
essi ángel crüel.
 

Estrofa 151.

Blago es el Täú
en toda su manera,
Cruz sería si ovesse  
la cabeza somera;
Täú salvó a essos,  
porque menguado era,
Nós por la cruz cabramos 
la vida verdadera.

 

Según Adalbert Mischlewski para los primeros Antonianos el símbolo Tau estaba inspirado en los enfermos de “fuego de San Antón” y simbolizaba la muleta estilizada de un lisiado que llamaban  potentia (en latín, muleta).

La Tau quedó oficializada en una bula del Papa Bonifacio VIII, del 10 de Junio de 1297: “dos obligaciones de los Antonianos son, curar a los enfermos de “fuego sacro” y llevar en los hábitos negros el signo de la Tau”.

El cerdito.

Del mismo modo que reconocemos a San Roque por su perro, el cerdito es la representación animal más popularizada en la iconografía de San Antón, como nos recuerda la coplilla popular: “San Sebastián fue francés y San Roque peregrino / y lo que lleva a los pies, San Antón es un cochino”.
 

                                
San Antón con cerdito a los pies y Tau en el pecho. Iglesia de Sorzano             San Antón con Tau, cerdito y campanilla. Ermita del Cristo.
                                                                                                              Fuenmayor.  
 

Ceballos dice que fueron los catalanes los primeros en representar un cerdito a los pies de San Antón, y que su origen está en la curación en Barcelona, por intercesión de San Antón, de un ceboncillo cojo y contrahecho recién nacido.

Otros autores consideran que esta representación pretende enseñar a los rústicos la urbanidad y devoción que deben tener a San Antonio, pues él les enriquece curando sus ganados, preservando de muerte a sus brutos. En cualquiera de los casos, lo que nadie puede dudar es que los Antonianos consiguieron financiarse en buena parte con la cría de sus cerdos.

La campanilla.

La Orden de San Antón tenía licencia para pedir todo tipo de limosnas: “iban por los pueblos con un carro y recogían legumbres, cereales, huevos, aceite y quesos, que almacenaban en el hospital”, decía el Padre Lucas Ariceta.

Según Adalbert Mischlewski, “el carro era tirado por un macho que llevaba colgado del cuello una especie de estandarte, del que pendían unos campanillos con la cruz de San Antón, la Tau.
 

                                   
                    Campanilla de la Cofradía de San Antón de Sorzano.                       Campanillos colgados de un yugo procedentes del     

                                                                                          Hospital de San Antón.

Otra forma de limosna era donar un cochinillo. Aquellos que buscaban protección de San Antón o eran benefactores de sus hospitales, donaban un cochinillo a la Orden.

Los Antonianos colgaban una campanilla al cuello o a la oreja del animal y lo soltaban por las calles para que las gentes lo alimentasen. Cuando el cerdo tenía el peso suficiente para ser sacrificado los Antonianos recibían el precio correspondiente o los jamones.

El símbolo del fuego.

El fuego es un símbolo fundamental en la religión cristiana. Y San Antón es representado por San Atanasio como el vencedor del fuego de las tentaciones.
 


 

En este tríptico flamenco que custodia la Iglesia de Brieba de Cameros, San Antón porta el báculo en Tau; de su mano cuelga una campanilla y como el Santo es vencedor del fuego el artista lo ha representado bajo sus pies.

 El dolor que producía el ergotismo era comparable al de las quemaduras, por lo que fue denominado “fuego sacro”, “mal de los ardientes” o “fuego de San Antón”.

San Antón dominador del fuego tenía poder para curar a los enfermos de ergotismo.

Fue elegido Patrón de ganaderos, pastores y carniceros; era protector de los animales domésticos y Patrón de algunos gremios relacionados con el fuego, como fundidores, panaderos o alfareros.

Hemos seleccionado un milagro y un castigo relacionados con el fuego entre los sucesos que recoge Blas Antonio de Ceballos en su obra Flores del Yermo:

“El treinta de mayo de 1652 se quemó una jabonería en la villa de Pastrana, que era del Alférez Juan Martínez y que estaba fabricada en su misma casa, donde tenía un aposento grande, con más de 500 quintales de alcribite y pólvora, que lindaban con los tabiques de la jabonería; y temiendo el dicho Alférez, que le sucediese mayor desgracia, porque si llegaba el fuego a tocar la pólvora, no tan solo había de abrasar, y volar su casa, sino toda la villa: era muy devoto de nuestro Padre San Antonio Abad; y así se valió de su favor, suplicándole, con mucha Fe, y devoción, que le librase de tan evidente peligro. Y la Majestad Divina le oyó, y consoló, permitiendo, por intercesión de nuestro Santo Padre, que aunque la jabonería se quemó, se reprimió y cesó milagrosamente el fuego, antes de llegar donde estaba la pólvora”.

Menos suerte tuvo el administrador de la Fabrica Real de Pólvora de Alcázar de San Juan:

 “En la villa, se hacía Fiesta de San Antón en la Fábrica Real de Pólvora. Un año se descuidó el Administrador y la fiesta no se celebró, por lo que comenzó a arder el molino de la pólvora. La reparación le costó más dinero que el que hubiese gastado en la Fiesta”. Desde entonces, en Alcázar de San Juan se cantan coplillas el día de San Antón del estilo a la que sigue:

“San Antón tiene jurado, por vida de su cochino / que si no le hacen Fiesta, ha de volar el molino”.

En la actualidad, las hogueras de la noche del 16 al 17 de enero continúan siendo eje de la Fiesta de San Antón en muchos pueblos de La Rioja.

ALGUNAS RAZONES DEL ÉXITO ANTONIANO.

El culto a las reliquias de los santos.

El culto a las reliquias de los Santos llega tarde a occidente, al considerar la Santa Sede una falta de respeto la costumbre oriental de dividir y trasladar los restos de los mártires.

En la Passio Fructuosi, cantada en el siglo V por el poeta Prudencio, se dice que San Fructuoso pide a los cristianos tarraconenses que devuelvan las pequeñas reliquias que por devoción se habían llevado y las reúnan todas en un mismo lugar.

La prohibición de estas prácticas religiosas llevó a los primeros cristianos a la búsqueda de otros elementos de culto: en el traslado de San Vicente desde el lugar del suplicio a la cárcel donde murió, los cristianos empapaban lienzos de tela en su sangre que veneraban después como reliquias.

Poco más adelante surgió la costumbre de depositar reliquias en los templos de occidente, y a finales del siglo VII eran necesarias para consagrar una iglesia.

Con la aparición de un sepulcro con el cuerpo de Santiago el Mayor y la confirmación de las reliquias por el Papa León III, se construye en Compostela la iglesia primitiva y se generalizan en Europa las peregrinaciones a este santo lugar.

Algo parecido sucedió con los primeros enfermos del “mal de los ardientes”, que llegaban al Delfinado francés desde lugares diferentes del centro de Europa atraídos por el poder milagroso de las reliquias de San Antón.

Tras la fundación en el siglo XII del convento de Castrogeriz, los Antonianos traen a España una reliquia de San Antón cuyo traslado quedó recogido así en la Constitución 22 de la Orden Antoniana:

“La Casa mayor de Castrogeriz la enriquece la insigne reliquia del brazo del glorioso San Antón y por su intercesión se experimentan cada día muchas mercedes y favores de Nuestro Señor, así en las personas que devotamente se encomiendan al Santo, como en los ganados que de muchas leguas traen a cobrar sanidad de las enfermedades que tienen; y aun la misma devoción hay en la corte y en otras ciudades, villas y lugares donde hay Casa y reliquia del Santo”.

En la Iglesia de San Miguel de Alfaro se depositó en el año 1878 una reliquia de San Antón traída desde Roma. Y en la cabecera del Alhama, en la parroquia de Valdeperillo existe otra reliquia del Santo cuya noticia recogemos de Miguel Ángel Pascual:

“La “autentica”, expedida en Calahorra el 1 de abril de 1845, recoge algunas particularidades del relicario de Valdeperillo:”reposimus in theca argentea ovalis figura crystallo in fronte fixa, bene clausa”- joya de plata, bien cerrada por un cristal –“.

Los Antonianos y la medicina medieval.

La profunda crisis que atravesaba la medicina medieval favoreció como ya dijimos las creencias en las fuerzas sobrenaturales; en la crónica de Turpin se dice que el poder curativo del Apóstol Santiago era mayor que el de los médicos más ilustres.

El Liber Santi Jacobi recoge una retahíla de enfermos curados por Santiago y aparecen entre ellos leprosos, sarnosos, tísicos y afectados por otras enfermedades de piel. El ergotismo no es citado porque su origen era desconocido todavía y los síntomas de la enfermedad estaban asociados a la lepra.

Los afectados por el “fuego de San Antón” sufrían como otros peregrinos enfermos los inconvenientes del Camino, pero ellos tenían a su favor que al abandonar su residencia quedaban liberados, aunque sin saberlo, del origen de la enfermedad. La ingestión de pan sano durante la peregrinación favorecía la regeneración de la sangre, paso imprescindible para vencer el ergotismo.

El uso del Vino Santo como elemento terapéutico y medicinal es aceptado por la mayoría de los estudiosos de la Orden de San Antón. Tomamos como ejemplo un suceso relatado por Ceballos sobre la curación de Catalina Rodríguez, una mujer viuda residente en la ciudad de Salamanca:

“Era el día 17 de enero de 1650. Catalina robó una partida de lino y al ser sorprendida por el dueño negó de manera insistente el robo, poniendo incluso como testigo a San Antón. Esta doble mala acción sería castigada con el fuego de San Antón, perdiendo como consecuencia un brazo por el codo, mientras el otro se le caería consecutivamente el día de la Octava del Santo”.

Catalina fue llevada “casi muerta al Hospital de San Antón de Salamanca, y al verla el cirujano de la Casa, que a la sazón era Álvaro González, la desahució y dijo: que dicha mujer estaba incurable y que no podía vivir dos días”.

Enterado de la tragedia el Comendador de la Orden “lavó las llagas por su mano con el Vino Santo, que se pasa por las reliquias de Nuestro Santo Padre, y al punto que hizo esta piadosa diligencia, luego mejoró, y vivió después seis años”.

EL CONJUNTO HOSPITALARIO DEL ALTO DE SAN ANTÓN.

El peregrino infectado de ergotismo caminaba con la esperanza de curarse al llegar a Santiago de Compostela. Los Antonianos limpiaban sus miembros afectados en los hospitales del Camino y a la hora de partir recibía la bendición de San Antón y la Tau, ambos con poderes milagrosos.

La Orden de San Antón levanta sus Casas y Hospitales a la entrada de ciudades importantes. Se establecen a dos mil metros de Castrogeriz, fundan  un convento junto a las murallas de Olite, construyen otro a las puertas de Tudela y levantan el de Alfaro junto a la Puerta de Castejón. Siguen una estrategia perfectamente calculada que describía de este modo el Padre Lucas Ariceta:

“Escogen un terreno adecuado para su fundación, a las afueras de las murallas de Olite y cerca de la vía romana, con fácil acceso, fácil encuentro”.

La proximidad de estos conventos a los grandes núcleos de población daba seguridad a los vecinos, pues eran los Antonianos protectores de aquellas enfermedades “malditas”, asociadas durante siglos a la lepra.

El Alto de San Antón era un lugar idóneo para construir un Hospital Antoniano, al pasar por él el Camino de Santiago y encontrarse junto a un importante enclave medieval, como era en el siglo XII la ciudad de Nájera.

En el año 1850 describía Pascual Madoz este conjunto hospitalario en los términos siguientes: “A uno y otro lado del camino que conduce de Nájera a Logroño, se perciben algunos vestigios de una ermita dedicada a San Antón y los de un convento de Templarios”.

El Camino de Santiago separa en el Alto de San Antón las jurisdicciones de Huércanos y Alesón, de manera que la ermita de San Antón estuvo situada en la parte de Alesón y los del “convento de Templarios” en jurisdicción de Huércanos.

De la ermita de San Antón no quedan restos visibles, aunque suponemos que sus cimientos y probablemente su necrópolis quedaron soterrados bajo las construcciones agrícolas que hoy existen frente a las ruinas del Hospital; y los vestigios del “convento de Templarios” al que aludía Pascual Madoz, están situados en la parcela 51 del Polígono 7, en jurisdicción de Huércanos.
 


Ubicación de las ruinas del Hospital de San Antón.


 

PROPUESTA DE RECUPERACIÓN DEL HOSPITAL DE SAN ANTÓN.

El 15 de marzo de 2008 celebramos una reunión con Socorro Rodríguez, Presidenta de la Asociación Riojana de Amigos del Camino de Santiago, en la que se nos propuso realizar una intervención arqueológica en las ruinas de San Juan de Acre.

Tras breves explicaciones técnicas desaconsejamos esta intervención dado el buen estado de conservación de este monumento, y porque creíamos más importante como aportación al Camino de Santiago rescatar del olvido las ruinas del Hospital de San Antón, propuesta que fue aceptada pocos días después.

Las ruinas se encontraban en un lamentable estado de conservación, por lo que tuvimos que realizar una intervención de limpieza previa para conocer algunas características arquitectónicas del conjunto hospitalario y elaborar una Memoria de intervención.
 

           

           
Estado del Hospital de San Antón antes de comenzar las tareas de limpieza.
 

INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN LAS RUINAS.

La Memoria fue elaborada por la arqueóloga Pilar Pascual Mayoral y entregada a la Asociación Amigos del Camino de Santiago en junio de 2008.

Esta Memoria es clara y concreta respecto a los trabajos a realizar en las ruinas del Hospital de San Antón. Veamos algunos párrafos:

“El lugar donde se hallan los restos del Hospital de San Antón aparece hoy convertido en un basurero al que se arrojan escombros, piedras de las fincas colindantes y otros objetos inservibles”.

Se proponen dos fases de intervención:

“En una fase previa se retirarán todos los elementos vegetales y los escombros que cubren las ruinas para poder presentar una primera valoración de sus estructuras, y en una segunda fase se iniciarán las tareas de limpieza y vaciado del interior de las ruinas con los voluntarios del Campo de Trabajo”.

“Todos estos trabajos serán realizados bajo el control de la arqueóloga responsable del proyecto, con las siguientes pautas de intervención”:

1.  Retirada de los abundantes elementos vegetales depositados sobre las ruinas por los labradores de las fincas colindantes.

Desbroce de matas y tala de arbolado.

Retirada de los escombros depositados sobre las ruinas.

Delimitación de los muros del Hospital.

Colocación de panel indicativo.

Construcción de una defensa para la encina situada junto a las ruina.

Retirada de los elementos vegetales.

Esta tarea se realizó en noviembre de 2008 con la colaboración de voluntarios de la Asociación Amigos del Camino de Santiago.

Se inició la limpieza retirando los elementos vegetales, parte de ellos (cepas) fueron aprovechados por los inquilinos de las casas colindantes con las ruinas del Hospital, y la maleza restante quemada in situ.

Desbroce de matas y tala de arbolado.

Las tareas de desbroce y tala fueron realizadas con la colaboración de una brigada de operarios especializados en el uso de motosierras y desbrozadoras mecánicas del Ministerio de Fomento (MOPU).
 

       
       
       
Trabajos de desbroce con operarios del MOPU.
 

Finalizada la limpieza forestal descubrimos un enorme “cantarral” que deberíamos retirar antes de que llegaran los voluntarios del Campo de Trabajo
 

       
Materiales arrojados sobre las ruinas del Hospital de San Antón.
 

Trabajos de desescombro.

El objetivo era retirar el máximo volumen de escombros antes de la llegada de los voluntarios del Campo de Trabajo, y así se razonaba en la Memoria:

“El abundante escombro que a lo largo de los años fueron arrojando los labradores sobre las ruinas del hospital exige algunas intervenciones previas al Campo de Trabajo, de no hacerlo así, los jóvenes participantes deberán realizar tareas ajenas a la recuperación de las ruinas y también al espíritu de este tipo de intercambios”.

Para lo cual se solicita: “una máquina retroexcavadora, un camión dumper y personal de apoyo”.

Y se decía a continuación: “Consiste la intervención en la retirada de los escombros amontonados en el lado sur de las ruinas y en la cota superior. Son materiales arrojados con posterioridad al hundimiento del Hospital de San Antón y por tanto ajenos a las ruinas, cuyo volumen puede alcanzar los trescientos metros cúbicos”.

“Esta intervención deberá realizarse bajo control arqueológico, y finalizará en el momento que la dirección arqueológica considere que el entorno de las ruinas está en condiciones para comenzar las tareas asignadas al Campo de Trabajo”.

“Los materiales recuperados serán clasificados por sus diferentes tipologías. Aquellos que se consideren inservibles serán depositados en la parcela 57 del polígono 7, propiedad del Ayuntamiento de Huércanos, y el resto se conservará para su posible reutilización”.

“Si alguno de estos materiales son considerados de interés por la dirección arqueológica serán almacenados provisionalmente en el Ayuntamiento de Huércanos, a la espera de su posterior limpieza, estudio, y catalogación”.

Pues bien, la retirada de escombros comenzó el día 29 de junio de 2009 en la cara sur de las ruinas, con el apoyo de una retroexcavadora giratoria, un camión dumper y la colaboración de voluntarios de la Asociación Amigos del Camino de Santiago.

Era este sector el que mayor volumen de escombros acumulaba y el primero que convenía despejar, para facilitar los movimientos de la máquina retroexcavadora a la hora de desescombrar la parte alta de las ruinas.

Además, era imprescindible localizar la puerta de ingreso, cuya ubicación suponíamos en este lado del Hospital dando vista al Camino de Santiago, y sacar por ella los materiales depositados en el interior de las ruinas.

En las imágenes siguientes mostramos algunos momentos de los trabajos realizados siguiendo las indicaciones de la Memoria.
 

                     
       
Trabajos de desescombro
 

Los escombros inservibles fueron retirados a la parcela del Ayuntamiento de Huércanos, situada a unos doscientos metros de las ruinas, procurando que los objetos de uso doméstico tales como botellas, cubos y otros variopintos utensilios que fueron apareciendo, y otros de carácter mecánico e industrial quedasen ocultos bajo los escombros procedentes de las fincas.
 

       
       
Transporte de materiales a la parcela del Ayuntamiento de Huércanos
 

Los trabajos de desescombro con apoyo mecánico se alternaron con la limpieza manual y pronto a parecieron las primeras estructuras del Hospital.

       
El día 30 de junio aparece el primer tramo del muro sur.
 

       
Momento en que aparece la puerta de acceso al Hospital.
 

Delimitación de los muros del Hospital.

Esta parte de la intervención se realizó en su totalidad con método manual, y en ella participaron voluntarios del Campo de Trabajo y de la Asociación Amigos del Camino de Santiago.
 


Voluntarios del Campo de Trabajo con la arqueóloga Pilar Pascual.
 

El Campo de Trabajo, organizado por la Asociación Riojana de Amigos del Camino de Santiago a través del Instituto Riojano de la Juventud del Gobierno de La Rioja, se ha desarrollado entre los días 1 al 15 de julio de 2009 con la participación de voluntarios procedentes de las siguientes ciudades españolas:

      

 Amaia Ibañez

Vitoria

Azahara Montes

Madrid

Borja Larrauri

Bermeo

Héctor Gardó

Valencia

Jaime Ruiz

Oviedo

Juan Luis Maqueda

Córdoba

Laura Martínez  

Logroño

Mamen Jimeno

Alicante

Marina Jimenez

Madrid

Sabina Astúa 

Córdoba

 

Respecto a los voluntarios de Amigos del Camino hay que recordar en primer lugar a Socorro Rodríguez, Presidenta de la Asociación y a un histórico hospitalero llamado Eugenio. También participaron el matrimonio formado por Mari y Arturo, y recordamos con agrado por su constancia a Isidoro, Félix, Julio, Pablo y Pedro.

Estas eran las indicaciones de la Memoria:

“Finalizadas las labores de desescombro en el exterior comenzarán los trabajos de limpieza y vaciado en el interior de las ruinas del Hospital de San Antón. La tarea a realizar con el Campo de Trabajo será por tanto el desescombro de una capa de materiales procedentes del hundimiento del conjunto hospitalario”.
 


Limpieza del muro sur con los jóvenes del Campo de Trabajo.
 

“Los escombros serán cargados en carretillas manuales y transportados al exterior de las ruinas. La finalidad en esta parte de la intervención es delimitar los muros del Hospital de San Antón, tanto en el exterior como en el interior de las ruinas”.

Efectivamente, durante la primera quincena de julio de 2009 los voluntarios consiguieron delimitar los muros del Hospital y clasificar los materiales retirados para su posible reutilización.

Los trabajos se realizaron con herramientas manuales propias de tareas de desescombro como palas, picos, azadas y paletas, y el material extraído fue transportado en carretillas al exterior de las ruinas.
 

       
Trabajos de limpieza del muro sur del Hospital de San Antón.
 

Finalizada la limpieza del muro sur iniciamos el desescombro del interior de las ruinas, protegiendo previamente la puerta del Hospital con una rampa de tierras, para evitar su deterioro durante el tránsito de personas y carretillas.

En la imagen siguiente pueden verse el acceso al interior ya protegido y los materiales clasificados en dos grupos, uno alargado y paralelo al muro del Hospital, formado por los materiales inservibles que fueron retirados al depósito municipal, y un segundo grupo con materiales seleccionados junto a la puerta para su posterior reutilización.
 



       

       
Trabajos en el interior de las ruinas.
 

MATERIALES RECUPERADOS Y SU ALMACENAMIENTO.

Dos son los tipos de materiales clasificados para su reutilización, sillares y otros elementos decorativos tallados todos ellos sobre piedra arenisca, y canto rodado.

En el número veinticuatro de la revista Caminando publicamos en diciembre de 2009 un resumen de esta actuación con título: “La Tau saluda de nuevo a los peregrinos en el Alto de San Antón”, donde se incluye un detallado informe de los materiales recuperados durante la intervención en el Hospital de San Antón.

En concreto fueron cincuenta sillares y algunas piezas trabajadas con esmero sobre piedra arenisca, entre las que cabe destacar un quicio de puerta, dos fragmentos de columna y otros ejemplares que asociamos con las arquivoltas de la portada del Hospital de San Antón, depositados provisionalmente en unos almacenes del Ayuntamiento de Huércanos. Algunos sillares de arenisca fueron utilizados en las construcciones provisionales realizadas en la zona de descanso que describimos más adelante.
 

                                                         

                                  
                                                   Algunos materiales recuperados y su transporte al Ayuntamiento de Huércanos.
 

Los materiales cabalgados son mucho más abundantes. Fueron seleccionaos aquellos cuya morfología facilitará su colocación en la obra de restauración, siendo los más frecuentes los que presentan caras planas o tienen alguna de sus caras labradas por golpeo.

Desde la dirección arqueológica éramos conscientes de que la restauración de estas ruinas podría realizarse varios años después, por lo que decidimos utilizar el abundante canto rodado en la construcción de una serie de infraestructuras para disfrute de los peregrinos.

En el extremo noroeste de las ruinas había una encina adulta cuya sombra nos inspiró la construcción de una zona de descanso. Las piedras de mayor tamaño fueron depositadas junto a la encina y con ellas construimos un gran tiesto, de base circular y técnica de piedra seca, que da protección a sus raíces y a su vez sirve de asiento a los peregrinos. Estos son algunos momentos de la construcción.
 

    
    
    
Evolución de la construcción del tiesto para la encina.
 

Las ruinas del Hospital lindan con una parcela de viñedo en producción, por lo que decidimos proteger la zona de descanso. Con el canto rodado seleccionado construimos un muro divisorio y una pequeña mesa con técnica de piedra seca.
 

     
Construcción de la mesa a la sombrea de la encina.

        
Construcción del muro divisorio.

        
Almuerzo durante el Campo de Trabajo y vista del conjunto que forma la zona de descanso.
 

Todas las construcciones que forman la zona de descanso pueden retirarse con facilidad al estar construidas con técnica de piedra seca, y deben interpretarse como depósitos materiales respetuosos con el paisaje, que pueden utilizarse en la restauración de las ruinas.

FINALIZAN LOS TRABAJOS.

La intervención de desbroce y desescombro en las ruinas del Hospital de San Antón finalizó el 17 de agosto de 2009, dos días después de que los jóvenes del Campo de Trabajo regresaran a sus casas.

Los objetivos planteados en la Memoria se han cumplido de manera satisfactoria. Finalizado el desbroce de las ruinas fueron retirados unos cuatrocientos metros cúbicos de escombros y otros elementos vegetales, domésticos e industriales.

Una vez delimitados los muros del Hospital encontramos un edificio románico, de planta rectangular y muros de mampostería de canto rodado, reforzados sus extremos con sillares de arenisca y acceso en el lado sur.
 


Puerta de acceso al Hospital de 1,97 metros de luz.
 

El Hospital de San Antón era un edificio de entidad, con 44,40 metros de longitud y 7,60 de ancho, que todavía conserva entre 1,50 a 2,00 metros de altura. Sus robustos muros tienen un metro de grosor y fueron construidos a base de encofrados, según los restos visibles en varios puntos de la obra.
 




Vista general de las ruinas del Hospital de San Antón
 

VALORACIÓN FINAL.

La comarca de Moncalvillo queda delimitada al suroeste por las estribaciones de Moncalvillo, que descienden hasta el Alto de San Antón tocando las jurisdicciones de Sotés y Ventosa.

En estas estribaciones se integran precisamente las ruinas del Hospital de San Antón, cuya relevancia histórica sirvió de referencia para trazar en este lado las jurisdicciones de Ventosa, Huércanos, Nájera y Alesón.

El Camino de Santiago es una vía de comunicación de gran importancia histórica para la comarca de Moncalvillo. Ya en el siglo X atravesó este territorio el prelado Gotescalco durante su peregrinación a Santiago de Compostela, y en los siglos posteriores las Órdenes Hospitalarias llenaron de contenido este tramo de la ruta jacobea.

En 1993 el Camino de Santiago fue declarado por la Unesco “Patrimonio de la Humanidad”, y le fueron otorgados poco después los galardones “Itinerario Cultural Europeo” y “Calle Mayor de Europa”.

La recuperación de las ruinas de San Juan de Acre fue una importante aportación a la ruta jacobea riojana, teniendo en cuenta que entre Logroño y Nájera existieron unos catorce centros hospitalarios y que para entonces la gran mayoría de ellos había desaparecido. Como hemos comentado en publicaciones anteriores: “un camino sin referencias es un camino sin alma”.

En el año 2008 apostamos por la recuperación del Hospital de San Antón por ser un enclave idóneo para llenar el vacío existente en el Camino entre Navarrete y Nájera.

Gracias al esfuerzo de los voluntarios de la Asociación Riojana de Amigos del Camino y a los jóvenes del Campo de Trabajo 2009, el Camino de Santiago a su paso por el Alto de San Antón quedó transformado de un paraje sucio y abandonado a un lugar agradable cuya referencia será en adelante el Hospital de San Antón.

Los trabajos realizados han permitido conocer que aquellas ruinas que permanecían ocultas bajo un monumental manto de escombros, eran las de un edificio románico construido probablemente en el siglo XII, coincidiendo con la fundación del Hospital de San Juan de Acre junto al Camino de Santiago y la Iglesia primitiva de Navarrete en lo alto del cerro Tedeón.

Entre los restos recuperados en este Hospital Antoniano cabe destacar una escultura tallada en piedra, hallada en 1980 por un agricultor de Alesón y que hoy permanece expuesta en el Museo de La Rioja.

Se trata de un pantocrátor que describe José Manuel Ramírez como “una soberbia pieza que representa a un Cristo entronizado presidiendo el tímpano de la portada”, y que por tanto estaría situada sobre la puerta descubierta en el lienzo sur del Hospital durante el Campo de Trabajo, o en la desaparecida ermita de San Antón.
 


Escultura hallada en 1980 por un agricultor de Alesón.
 

Pero el interés de este centro hospitalario no debe valorarse solamente desde la perspectiva de la arquitectura y el arte jacobeo. La recuperación de las ruinas incorpora un nuevo monumento al Camino de Santiago para gozo y disfrute del peregrino, y debe servir también para recordar la historia de unos hombres generosos que durante setecientos años aportaron su sabiduría y caridad a la ruta jacobea.
 


CLAVES PARA UN PROYECTO.

No hay que esforzarse mucho para imaginar un proyecto sobre el futuro del Hospital de San Antón, ya que lo que aconseja el sentido común es completar el desescombro del interior de las ruinas y acometer su consolidación.

 Nos consta que desde el Gobierno de La Rioja se está trabajando en esta idea dado el interés que mostró el Consejero de Presidencia durante su visita al Campo de Trabajo.
 

     
Visita de Emilio del Río al Campo de Trabajo 2009. Crédito: Diario La Rioja, 14 junio 2009.
 

Pero mientras llega el momento de su ejecución, alguien debería dedicar unas cuantas horas a la conservación de las ruinas para evitar su deterioro y mejorar la imagen de este Hospital Antoniano, aunque solamente sea por el respeto que merecen los voluntarios del Campo de Trabajo y por los miles de peregrinos que cada año pasan frente a las ruinas del Hospital.

Ponemos el punto final a este nuevo tema de Historias de Moncalvillo con unas imágenes de la “evolución” del enclave Antoniano entre junio de 2009 y marzo de 2014.
 

                 
                                  Junio. Año 2009                                                                    Marzo. Año 2014
                  
     
                                       Junio. Año 2009                                                                    Marzo. Año 2014
                 
                                          Junio. Año 2009                                                                    Marzo. Año 2014
 


BIBLIOGRAFÍA.

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