Ruta1: Las Edades de Moncalvillo.

El “nacimiento”.

Las rocas son los “documentos” que permiten reconstruir la historia geológica de un territorio, por ello, el Barranco del Colorao será en esta ruta el “archivo” que nos irá mostrando los materiales que forman Moncalvillo y por tanto sus edades.

Gracias a esta información descubriremos que nos encontramos ante un monte mucho más joven que buena parte de los que le rodean tales como las sierras de Cantabria y Codés o Peña Guerra, Peña Puerta, Peña Saida y Peña Aldera.
 


Vista de Moncalvillo desde la muga de Daroca y Hornos de Moncalvillo.
 

Con la ruta Edades de Moncalvillo nos acercamos al Barranco del Colorao, y penetramos en sus “entrañas” siguiendo tres itinerarios diferentes.

El primero comienza remontando el río Daroca, que será la referencia para acercarnos a las puertas del gran barranco, abierto en la cara norte de Moncalvillo tras una erosión milenaria.

Mientras recorremos su interior atravesamos una zona en la que hace treinta millones de años las aguas del Gran Lago del Ebro alcanzaban la cota máxima de inundación y bañaban la base de Moncalvillo, es un sector que podemos considerar el lugar de “nacimiento” de nuestro monte.

 


Lugar donde puede situarse la base de Moncalvillo o lugar de “nacimiento”.
 

Era el periodo Oligoceno cuando comienza la formación de Moncalvillo. En esta época remota, las fuertes precipitaciones arrancaban material de Peña Guerra, Peña Saida, Peña Aldera, Peña Puerta, Cerroyera y la Sierra del Serradero que era transportado por los grandes cauces fluviales y depositado en la barrera de conglomerados que hoy vemos en Viguera, Nalda, Islallana y Sorzano.

La “adolescencia”.

El desarrollo de nuestro monte se produce durante la formación de los bancos de conglomerados y finaliza cuando alcanza unos mil trescientos metros de altitud, sobre el nivel del mar.
 


Los puntos rojos representan la ubicación del primer Moncalvillo.
Crédito: Javi Castro (basado en el esquema de Castiella, et al, 1978.
 

En el esquema que adjuntamos están representados los montes más antiguos de la zona media del Iregua, y a sus pies la barrera de conglomerados donde se formó el primitivo Moncalvillo. Al este de nuestro monte quedaría el Barranco de los Infiernos y al oeste los conglomerados que se extendían hacia Anguiano.

Esta fue la etapa más larga de la vida de Moncalvillo. Los mil trescientos metros de altitud los mantiene probablemente hasta el periodo Cuaternario, que comienza a recibir materiales cabalgados durante los periodos interglaciares.

No vamos a mostrar aquí un recorrido completo de esta parte de la ruta, debido a que el acceso a los estratos que, desde nuestro punto de vista indican la altitud primitiva de Moncalvillo, es muy peligroso; pero podemos realizar un itinerario alternativo por una altitud similar.

Comienza este itinerario en Hornos de Moncalvillo. Desde la carretera comarcal LR-341 tomamos a unos mil metros dirección Daroca, el camino asfaltado que asciende a los repetidores de Reterioja.

Unos cien metros después de cruzar el primer paso canadiense, aparcamos el vehículo y atravesamos una portilla de ganado para tomar un camino forestal.

Doscientos metros más adelante encontramos una bifurcación. Seguimos por el camino de la izquierda, y tras cruzar un barranquito que desciende de la cumbre de Moncalvillo divisamos la depresión del Ebro, y a lo lejos las Sierras de Cantabria, León Dormido y los montes de Codés. En días claros se avista desde este lugar un atractivo paisaje de montaña, que se extiende desde el norte de Burgos a los montes del País Vasco, y de la Montaña de Navarra a los Pirineos.

Este tramo final es un lugar adecuado para “imaginar” la cota de inundación del Gran Lago del Ebro, cuyas aguas embalsadas llegaban a los pies del León Dormido y los montes de Codés; y quizás también a las aves que hace millones de años sobrevolaban el Gran Lago del Ebro y dejaron en la costa como recuerdo sus huellas fosilizadas.
 

      
Recreación del Gran Lago del Ebro visto desde Moncalvillo hace quince millones de años.
 

        
Ave fosilizada. Época del Gran Lago del Ebro. Crédito: Klara Gutierrez y José Ángel Torres. A la derecha placa de arenisca con huellas de esta especie. Crédito: Javier Castro Montolla.
 

Mientras imaginamos este peculiar paisaje, hayas, acebos y algún serbal de cazador, cubren nuestras espaldas.

La “madurez”.

Entre los episodios erosivos que afectaron a los montes próximos al Lago del Ebro ocupan un lugar destacable las glaciaciones.

Durante el periodo Cuaternario se producen en Europa cinco fases glaciares, que de más antigua a más moderna se denominan, Donau: 4,8 millones de años; Günz: 1,1 m.a., Mindel: 580.000 años, Riss: 200.000 años, y Würm: 80.000 años, separadas entre sí por periodos interglaciares de clima más cálido.

Las glaciaciones provocaron cambios importantes en la corteza terrestre. Durante los periodos fríos se amplían las estepas y a lo largo de los más cálidos la vegetación amplía su extensión, lo que influirá inevitablemente en el desarrollo de las especies de animales. También en Moncalvillo tuvieron especial influencia estas glaciaciones.

Durante los periodos interglaciares los grandes cauces fluviales, provocados por el deshielo de la corteza terrestre, arrastran abundante material que es transportado y redondeando durante los largos recorridos.

Al llegar a la barrera de conglomerados, que desde los montes de Nalda y Viguera se extendía hasta la Sierra del Serradero, estos materiales forman un enorme tapón que hace acumular rocas diferentes y proporciona altura a Moncalvillo. Como consecuencia, Moncalvillo alcanzará los mil cuatrocientos noventa y cinco metros que hoy conocemos, y por tanto la definitiva “madurez”.

El recorrido podemos realizarlo desde Hornos de Moncalvillo o Daroca de Rioja. Desde la carretera comarcal LR-341 tomamos el camino asfaltado que asciende a los repetidores de Reterioja, y nada más atravesar el segundo paso canadiense, aparcamos el vehículo y continuamos por un cortafuegos que nos llevará hasta la torre de vigilancia de incendios.

Dejamos a nuestra espalda las neveras de Sojuela y descendemos con dirección norte al punto más elevado del Barranco del Colorao.

Desde este lugar se divisa un enorme estrato, compuesto por los materiales depositados durante los periodos interglaciares. En general, son cantos rodados de tamaños diferentes y otros materiales de menor granulometría.
 


Cota superior del Barranco el Colorao.
 

Recorrer el Barranco del Colorao es un privilegio que solo pueden disfrutar algunos especialistas, ya que para realizar un descenso seguro deberemos utilizar medios adecuados y conocer las más elementales técnicas de escalada.

A pesar de todo, disponemos de un reportaje fotográfico que nos ha sido cedido por Rafael Herrera Lozano y Gregorio Remírez Aranzadi, de la Asociación Amigos de Sorzano, que va a permitirnos realizar una visita virtual por las “entrañas” de este peculiar barranco. 
 

Paseo hacia la base de Moncalvillo.

    

   

       
En la primera cascada podemos situar la base de Moncalvillo o cota de su “nacimiento”
 

Por la zona intermedia del Colorao. “La adolescencia”.
 

    

    

      

Por la cota superior. “La madurez”.
 

    

   

    
El tramo superior nos muestra los materiales depositados durante periodos interglaciares.
 

Pero antes de abandonar la cumbre de Moncalvillo podemos visitar también otros interesantes vestigios geológicos: Las desecadas.
 


Vista general de la cumbre de Moncalvillo. Las manchas azuladas indican las abundantes desecadas. Crédito: Google Earth.
 

Las desecadas son unos “ríos de piedras” que evocan antiguos cauces fluviales. Son muy abundantes en toda la cumbre de Moncalvillo, como podemos ver en el mapa que adjuntamos, y muy espectaculares.

Moncalvillo fue durante varios siglos un monte lleno de vida, en el que convivieron pastores, carboneros y cisqueros, leñadores y recolectores de nieve. Pero la vida en el monte exigía disponer de elementales infraestructuras para protegerse de las inclemencias del tiempo y para realizar correctamente las diferentes actividades.

Para construir estas infraestructuras eran necesarios materiales adecuados que fueron recolectados de las monumentales desecadas. Por esta razón, es frecuente encontrar abandonadas junto a los enormes “ríos de piedras”, neveras, majadas de ganado o chozas de protección, entre otras construcciones más.  

Como broche final de la ruta Las Edades de Moncalvillo mostramos cuatro desecadas cuya visita puede realizarse sin dificultad.

 

    
Junto a las neveras de Daroca                                 Camino de La Hermedaña 

    
Vertiente oeste. Cuenca del Najerilla                                  Junto a las neveras de Sojuela

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